Motivos.

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El silencio era realmente incómodo para ambos, aunque ninguno aparentara el nerviosismo que cualquier otra persona sin sus características expresaria hasta en su forma de respirar. En medio de tanta paz y tranquilidad, Mikasa deseaba regresar el tiempo aunque para esto tuviese que venderle su virginidad a algún brujo mayor de quinientos años, pero ese curioso personaje no existía y justo como dijeron sus amigas solo estarían ellos dos. 

Millones de cosas pasaban por su mente, todo lo que había hecho, como desde aquel día en que la rabia y el dolor consumieron su corazón por falta de motivos para huir por parte del mayor la llevaron a un descontrol que semanas atrás casi la deja embarazada de uno de sus hermanos, las puntas quemadas de su cabello y las perforaciones que atravesaban su delicada piel, si bien había crecido con gracia y belleza natural, pero en su memoria mantenía la imagen de las fotos de Petra, esa desgraciada que siempre opaco su presencia frente a la persona que para ella valía todo, no sabía porque, ella no lo pidió ni lo pleneo así, ella no le pidió ser amable con la niña azabache que llegó a casa y se espantó por algo tan tonto como un grito de Eren, de esos que se escuchaban todas las mañanas. 
Sus ojos comenzaron a cristalizarse, no quería llorar frente a él, lo odiaba con su alma a él y a esa chica plástica que le recordaba que no era lo suficientemente atractiva como para merecer la atención y el cariño de su hermano mayor. Tanto rencor quebranto su paciencia y su inocencia, a medida que pasaba de año diferentes personas la rodearon, algunas la acusaron de ser niña de papá y ella se ofendió porque era verdad, a partir de tanto desorden dejó de ver las cosas buenas y se centro en victimizarse ante todo para justificar su manera de drenar el dolor que alguien de cabellos azabaches y baja estatura sembró en ella.
Porque entre más quiere a alguien más te duele la traición y el abandono y así mismo más difícil se hace perdonar.

— ¿Se puede saber qué pasa contigo, mocosa?  — Esa voz interrumpió sus pensamientos, rompiendo un poco más algo que ya estaba hecho pedazos.  — Primero me insultas, te descontrolas, luego me besas, me celas y ahora lloras, me estás dando más miedo que otra cosa. — Así era, sin darse cuenta ya tenía la cara empapada en sal.

— ¿Desde cuándo te importa lo que me pasa?  — Respondió a la defensiva mientras intentaba ocultar todo lo que la atemorizaba. 

— Tú sabes bien que desde siempre. — Bueno, mínimamente tenían comunicación.

— No es cierto, tú siempre preferiste estar con ella que preocuparte por mí.  — Sus manos fueron a parar en sus caderas con molestia, el sol comenzaba a ponerse en el cielo, una mezcla de colores que le daban justo a ese momento algo de magia parecida a la que dormía en Mikasa, como si de una novela se tratase, y eso solo provocó asco en ambos personajes. 

— ¿Estás celosa? ¿sí? ¡tú te acostaste con casi todos nuestros hermanos! — Sus palabras dieron en el corazón de la chica, otra vez, el dolor crecía despacito. 

— ¡Ja! ¡No me vengas con eso, tú te largaste a no se donde con alguien que se acostó con más!  — Pedía explicaciones a gritos, pedía algo de confianza y también amor.

— Eso no es cierto, no me fuí porque quisiera, a ambos nos salieron oportunidades en otro país. — Ya no gritaba pero su voz era alta, debía controlarse, aunque fuera una calle solitaria eso no quitaba el que las personas pasaran por allí. 

— ¡CLARO QUE QUERÍAS! ¡UN MOTIVO COMO ESE NO ERA DIFÍCIL DE EXPLICAR, PERO NO, TÚ QUERÍAS ALEJARTE DE MÍ!  — Ella, por otro lado, lastimaba sus cuerdas vocales mientras sus ojos jugaban el papel de dos cascadas.

— ¡ESO NO ES VERDAD! — Ya lo estaba sacando de sus casillas, todos sabían que él no era una persona paciente. 

— ¿NO? ¿CÓMO QUE NO? — Ya en su límite, Mikasa mandó su mano contra Levi, quien obviamente la detuvo a centímetros de su rostro, esa cachetada no se llevaría a cabo, no ese día. — A todos, a cada uno de ellos, les hablaste, los llamaste, con mamá y papá hacías videollamadas, entonces ¿por qué no podía hacerlo yo?  Nunca quisieron comunicarme contigo, ni darme alguna explicación para eso, tú nunca quisiste estar cerca de mí, gracias a ella. 

Pretty Little Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora