Un par de libros.

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— ¿Puedo entrar? — Preguntó la menor cuando pasó cerca de una puerta de madera bastante detallada, parecía la entrada a un lugar secreto, como aquellos que se muestran en las películas de tiempos coloniales o novelas que veía los fines de semana con Hanji, a quien afortunadamente le tomó confianza mayor luego de un mes de estancia en la gigantesca mansión, aunque aún no tenía el valor para llamarla mamá, quizás podría enojarse y prefería evitarlo a toda costa, después de todo era una niña.

— Creo que te aburriras allí dentro, Mikasa. — Respondió algo inseguro Erwin, quien acababa de darle el desayuno a su pequeña y la llevaba en dirección a la habitación de Levi, sabía bien que ella era la única que no tenía el paso restringido y que ese lugar le gustaba muchísimo.

— Pero Arminii-San entra todos los días y no parece aburrido. —  Tenía curiosidad, y se debía admitir que no tendía a meterse en problemas por saciarla, pero sí insistirá hasta que le permitieran hacerlo.

— Pues, creo que está ahí dentro, así que puedes pasar un rato con él, si te aburres le dices y listo ¿Está bien, princesa? —

— Sí, señor Erwin. — Contestó con una enorme sonrisa mientras abrazaba a Levi, su peluche, quien la acompaña día a día y no la dejaba un momento sola, eso le recordaba también un poco a Sasha. La extrañaba...

— Ah... Bien, vamos. — Por un momento pensó en comentarle que podía llamarlo papá, con toda seguridad, pero sabía que presionar a su chiquilla no era la mejor idea.

La tomó de la manita y abrió la puerta, sin estar consciente de la expresión que tenía la menor. Estaba muy emocionada, se preguntaba que podía ser aquel cuarto extraño. Finalmente ingresó junto a su padre, quien podía jurar que se aburriria allí dentro.

Se trataba de un lugar enorme, se veía cálido, quizás por los tapetes y los enormes ventanales que iluminaban los pasillos de una enorme biblioteca, llena de estantes de madera fina al igual que las mesas y sillas. Contaba con una escalera en espiral para subir al segundo piso y varias escaleras Dr diferentes tipos para alcanzar los libros que se encontraban guardados en los estantes más altos. Cosa que siempre le hizo bien a Levi.

— ¿Estás segura de que quieres quedarte? — Preguntó por última vez el rubio, quien caminaba con ella atravesando los pasillos para poder acercarse al espiral de madera y subir con la niña en los brazos, tenía miedo de que pudiese tropezar, ya de bajada Armin la ayudaría.

— Muy segura. — Respondió con una sonrisa de oreja a oreja, enseñando sus pequeños dientes de leche, que seguramente en un par de meses o semanas empezarían a caer, dando así, paso a los que serían sus compañeros definitivos.

Terminaron la subida para continuar explorando los pasillos, siendo aquellos mucho más grandes que los del primer piso, estos estantes tenían muchísimos más niveles y se veían casi infinitos para la menor. Al final, llegaron a una esquina que se veía bastante cómoda, llegaba la luz del sol de manera perfecta, habían un par de cojines allí, incluso si llovía, podría cualquiera dormir ahí.
El rubio tocó tres veces la pared, como si de una puerta se tratara, pero Mikasa no veía nada. Luego de unos segundos, vio que realmente sí se trataba de una puerta, bien camuflada entre la pintura.

— Papá... ¡Oh! Mikasa, pueden pasar. — Comentó el rubio de ojos azules que salía de su escondite.

— No, Armin, yo solamente vine a dejar a Mikasa a tu cuidado, tenía mucha curiosidad. — Comentó apenado, sabía lo mucho que le molestaba a su hijo ser interrumpido.

— Oh, entiendo, yo cuidaré de ella con gusto... ¿Nadie los vio entrar? — Preguntó nervioso, asomándose un poco más para asegurarse de que nadie los estuviera espiando.

Pretty Little Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora