En navidad se presenta la oportunidad de poder cumplir todos tus sueños.
Los espíritus de esa época del año, se alían para poder materializar todo lo que deseas.
Espero que esta navidad mi sueño de ver a mamá feliz y de poder tener una familia compl...
—¡Mami! —grita Majo y se arroja a mis brazos, apenas y abro la puerta de casa.
—Cariño —murmuro sobre su cabeza, besos sus rizos rubios y la abrazo con fuerza.
—¿Cómo te fue?
—Bien cariño. Estoy cansada, pero bien.
—Clara hizo la cena —susurra para evitar que mi prima la escuche—, e intenta que la coma. No quiero morir todavía mami.
—¡Te escuché! —grita mi prima desde la cocina. Me vuelvo hacia ella y tengo que morder mi mejilla para no carcajearme.
Clara no puede hervir ni un agua, créanme, si el agua pudiera quemarse, ella lograría hacerlo.
—¿Qué te explotó en la cara? —pregunto. Majo se ríe y esconde su rostro en mí estómago.
—Fueron esos malditos frijoles. Quise hacer los frijoles que tú haces pero... —Se señala a sí misma y resopla—, me estallaron en la cara.
—Y ahora quiere que coma esa masa de frijoles duros y papa —protesta Majo, ganándose una mirada de muerte de Clara.
—Al menos intenté alimentarte. Deberías agradecer mi esfuerzo.
—No cuando intentas que muera por ingerir algo no apto para el consumo.
El rostro de mi prima se comprime por las palabras de mi hija, abro mi boca para regañarla por hacer sentir mal a su prima, pero una carcajada de Clara me detiene.
—Es verdad, probablemente mueran si comen mis frijoles. —Suspira y limpia su rostro con el delantal—. Voy a limpiar. ¿Puedes pedir una pizza? —Asiento y acompaño a Majo hasta la sala.
—¿Ayudaste a tu prima hoy? —pregunto marcando a la pizzería.
—Sí mami. Le ayudé con todo de la casa y también ayudé a la señora Méndez.
—Bien. —La línea es contestada y ordeno nuestro pedido—. Listo, la pizza está en camino.
—Gracias a Dios —responden majo y Clara a la vez.
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—Pero, ¡quiero ir!
—Lo siento Majo, pero no puedes.
—¿Por qué no?
—Porque es mi trabajo, hay mucho por hacer y las bodegas no son seguras para una niña.
—Juro que me portaré bien, mami. Por favor, no quiero quedarme aburrida en casa.
—Mi trabajo es aburrido cariño —suspiro e intento acomodar mi ropa de nuevo. Este estúpido traje no quiere colaborar—. Hoy estaré haciendo unas entrevistas de trabajo y otras miles de cosas, súper aburridas.
—No me importa, quiero ir. —Se cursa de brazos. Le envío una mirada por el espejo y la veo hacer un puchero.