Capítulo 15

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Día Diez

Esteban

—¿Quién se comió tu pastel? —pregunta Lorena apenas y entra a mi oficina.

—Nadie —froto mi rostro y roto mis hombros—. Me acaban de llamar de la guardería, el demonio no quiere comer. Según Nidia, está deprimido.

—Te lo dije —musita y se sienta frente a mí—. Debes ir por él.

—Lo haré, pero sólo porque no quiero cargar en mi conciencia la muerte de un perro.

—Sí, claro —murmura divertida.

—No quiero un perro.

—Por supuesto que no.

—Deja de sonreír.

—¿Por qué? es un lindo día.

Ruedo los ojos, pero sonrío. Ella es hermosa y hoy se ve mucho más hermosa que otros días.

—Así que... —empieza a decir pero se sonroja y muerde su labio.

—¿Sí?

—Damián y Clara van a quedarse con Majo esta noche, una fiesta de camping en su casa —dice casualmente.

Sonrío porque comprendo perfectamente el trasfondo de esa afirmación

—Me parece bien, ¿quieres ir a cenar? —pregunto con seriedad, ocultando que estoy totalmente jugando con ella.

—¿A cenar? Uh, bueno, por qué no.

—No te ves emocionada por ello, ¿no quieres salir conmigo?

—Sí —Se apresura a decir—, es sólo que tenía pensado...

—¿Qué? —me concentro en mi pantalla para evitar reírme. Esta frustrada y avergonzada.

—La cena está bien, ¿me recoges a las ocho? —pregunta rindiéndose.

—Vale.

Se levanta con una mueca de sonrisa y camina hasta la puerta. Llamo su nombre, cuando se vuelve hacia mí le murmuro:

—La noche es larga, preciosa, y planeo disfrutarla contigo de mil maneras.

Sus ojos brillan con deseo cuando comprende lo que quiero decirle. Su sonrisa crece y se vuelve sensual y descara.

—No puedo esperar a que oscurezca, entonces.

—Yo tampoco.

Termino mi trabajo y salgo corriendo hacia la tienda de mascotas. Ruedo los ojos cuando Nidia trae al perro del demonio y este se sacude ansioso por llegar a mí.

—Ha estado muy triste y solo.

—Es una mierdecilla —gruño pero igual lo tomo de sus brazos—. Uh, ¿qué debo comprar para cuidarlo?

Nidia sonríe y me entrega alimento y algunos juguetes para Speedy. Pago por todo y regreso a mi apartamento con el perro del demonio.

—Bien, haremos un trato tú y yo —digo apenas y lo ubico sobre el mueble—. Vamos a portarnos bien en casa, no harás otro daño y sólo te dejaré en la guardería unas horas al día.

El perro ladea la cabeza como si estuviera considerando mis palabras.

—Te daré salchichas si te portas bien. —Ante la mención de la palabra: Si te portas bien y no haces daños a mi propiedad o mis cosas, incluida mi basura, te daré dos salchichas al día y sólo irás a la guardería mientras trabaje.

Un Deseo Para NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora