CAPITULO # 3

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Melanie A.

─ Venga Melanie, Vamos a bailar ─ sonríe Nicolás mientras toma mi mano y me hace poner en pie.

─ No me digas que has venido hasta acá, solo para quedarte sentada. ─ Bueno la verdad es que... ─ Coloca su dedo índice sobre mis labios ─ Shuu, hemos venido para celebrar que pronto terminaras ese martirio llamado universidad ─ Sonrió sin poder evitarlo, es cierto hemos venido para celebrar, me arrastra hasta la pista de baile donde se encuentra Sami y su novio Cristóbal bailando de manera muy sensual.

Esta me mira y sonríe picara ─ Melanie, deja ya tus perjuicios y disfruta ─ Grita debido a lo alto que esta la música, le hago caso y me dejo llevar por la música electrónica que empieza a invadir mis oídos y mis terminaciones nerviosas. ─ Eso así ─ Dice Nicolás junto a mi oído, el coloca su mano en mi cintura y la sensación que produce su tacto en mí, realmente no es muy grata por lo que decido separarme un poco, el nota mi acción y sigue bailando restándole importancia.

─ Melanie ─ se acerca Sami tomando la mano de su novio ─ Voy por un trago ¿quieres algo? ─ Asiento ─ tráeme un Cosmopolitan ─ y sonríe al notar que estoy siendo más osada de lo normal.

─ Como mande futura contadora aburridora ─ su respuesta me hace reír.

Sigo bailando como hace un momento y Nicolás se acerca nuevamente a mi oído ─ Me encanta como mueves tu cuerpo bebé ─ Sus palabras hacen que mi cuerpo se tense, se aleja para verme a la cara y sonríe, se acerca lentamente a mí y besa mis labios, la sensación no es nada agradable así que me alejo y bajo la cabeza. ─ Me has gustado desde siempre, dame una oportunidad ─ lo vuelvo a mirar, sé que le gusto pero la verdad el a mí no, y no quiero que se haga ilusiones ese beso para mí no ha significado nada. ─ Y-yo no lo... ─ Vuelve a colocar su dedo sobre mis labios ─ no debes darme una respuesta ahora, tomate tu tiempo ─ Conocía a Nicolás desde hace mucho, fue mi primer amigo aquí en Bogotá, y la verdad no deseaba que se alejara, así que solo asentí. Decido olvidar lo de hace un momento y seguimos moviendo nuestros cuerpos al compás de la música.

Unos fuertes gritos empiezan a escucharse en todo el lugar, miro a Nicolás preocupada, de pronto un muchacho es lanzado hacia la mesa del centro, partiéndola por el impacto ─ No la vuelvas a tocar, pedazo de mierda ─ Esa voz la reconozco, es Cristóbal, busco con la mirada a Sami y está justo detrás de él, tomándolo del brazo y diciendo algo que no logro escuchar por lo fuerte de la música.

Volteo para buscar a Nicolás y este no está, vuelvo a mirar hacia la trifulca y lo veo golpeando al muchacho que ha sido lanzado, corro hacia Sami y esta tiembla ─ ¿Pero qué ha ocurrido? ─ pregunto sin dar crédito a lo que sucede, esta no responde al contrario se lanza encima de un hombre que pretende golpear a Cristóbal con una banca. Lo rasguña en el rostro y lanza varias maldiciones a este, yo intento separarla pero es inútil, esta tan enojada que demuestra una fuerza impresionante ─ ¡Ya basta! ─ suplico asustada, pero nadie hace caso a mi suplica.

En un par de minutos el caos es mayor, todos se golpeaban unos a otros. No sé qué hacer, Nicolás y Cristóbal lanzan golpes a los que supongo son los familiares del idiota que ha sido empujado por Cristóbal, me sentío desesperada y sumamente asustada.

Luego de unos largos minutos de angustia llegan los vigilantes del lugar, cinco hombres morenos, enormemente altos; se abren paso entre la multitud que nos rodea, al acercarse noto que tienen en sus manos una especie de pistolas eléctricas, sin decir una palabra disparan sobre la pierna derecha de Nicolás, el cual se encuentra de espaldas, este lanza un fuerte grito de dolor, sus piernas pierden el equilibrio haciéndolo caer, todos empiezan a gritar y yo, yo no sé qué hacer o que decir, estoy realmente nerviosa pues nunca he sido partidaria de la violencia. Intento acercarme a mi acompañante, el cual se encuentra en el suelo desmayado, a causa de la descarga eléctrica que acaba de recibir, pero uno de los vigilantes me lo impide.

─ Retírese ─ Anuncia con voz firme. ─ Pero él es... ─ No lo volveré a repetir, este hombre quedara detenido igual que todos los participantes de este conflicto ─ Afirma mirándome con severidad. Lo cual me hace retroceder.

─ Suéltame idiota ─ La voz de Sami me hace girar ─ Que me sueltes te digo pendejo ─ Grita iracunda, uno de los Vigilantes la carga como si de un saco de papa se tratara, verla así me causa mucha gracia, pero tapo mi boca con mis manos, entiendo que no es un momento para reír.

─ Suéltala, suéltala ─ grita Cristóbal, mientras intenta zafarse del agarre de varios hombres que lo sostienen, ya no son cinco, son muchos más los cuales intentan poner orden en el lugar.

Sami sigue gritando y lanzando maldiciones al hombre que la lleva cargada, la sacan del lugar y yo corro tras ellos, no sin antes dar una última mirada hacia la pelea, todos han sido detenidos, tienen esposas en sus manos, el rostro de Cristóbal está lleno de sangre, no era para menos se comportó como un bruto, luego de lanzarle una mirada de desaprobación. Sigo mi caminata tras Sami.

Al salir del lugar el hombre intenta meterla en un auto policial, pero Sami se niega a entrar. ─ Espere señor ─ Pido acercándome a ellos, sentía que era momento de intervenir, pues hasta ahora solo he sido una espectadora echa gelatina.

─ ¿Qué quiere? ─ Cuestiona el agente, con firmeza ─ Le pido que la suelte ─ se me seca la boca, pues aquel hombre me observa con rudeza ─ Ella solo ha sido una víctima de ese patán que empezó todo ─ sigo sintiéndome nerviosa, pues este hombre solo me mira como si fuera un bicho raro.

─ Si, eso es cierto bájame y suéltame de una puta vez ─ Grita Sami mientras intenta soltarse. ─ No, claro que no, usted me acompañara a la estación de policía por escándalo en un lugar público ─ hace un movimiento rápido y logra meterla al vehículo, inmediatamente cierra la puerta con fuerza y le coloca seguro, impidiendo así que mi amiga se salga.

─ Tu ─ Me señala con su dedo índice ─ Mejor es que te marches o también serás detenida por complicidad ─Sus palabras hacen que me den ganas de gritarle y exigirle que suelte a mi amiga, pero una vez más me quedo callada Sami baja el vidrio del auto ─ Marica, eso es lo que eres, quítale el seguro a esto y déjame ir ─ el hombre se acerca peligrosamente a ella y le dice ─ Además de conflictiva eres vulgar y mal educada ─ Sami saca su dedo del medio y se lo muestra importándole poco ─ Mela cariño llama a mi padre y dile que un cabron de mierda me tiene detenida ─ Me pide enojada.

─ Caminen Maricones conflictivos ─ Grita un hombre a mis espaldas y volteo, traen a Nicolás, Cristobal y a varios hombres esposados, caminando en fila. ─ ¡Suban a la camioneta ya! ─ Afirma la misma voz de hace un momento ─ Quedan detenidos.

Cristóbal intenta salirse de la fila, para acercarse a Sami, la cual está llorando al verlo, pero uno de los agentes de la policía se lo impide.

─ ¿Qué pretendes? ─ le pregunta. ─ Quiero acercarme a mi novia por favor ─ Pide con voz pausada, en su rostro se refleja tristeza al ver a Sami en esta situación tan horrible. ─ Hijo de puta ─ Grita, sé a quién se lo ha dicho ─ Me vas a pagar esta ya verás ─ Su voz suena amenazante, uno de los oficiales lo toma del brazo con fuerza y lo hace subir a la camioneta que los espera. Observo a Nicolás quien tiene la mirada gacha, sé que esta apenado y no quiere mirarme, jamás lo había visto de manera descontrolada y violenta, creo que ha sido porque se trata de su mejor amigo Cristóbal. Aparto mi mirada de ellos.

En realidad no espere que esto terminaría tan mal, que esta noche que suponía íbamos a celebrar, se convertiría en una pesadilla. La camioneta se pone en marcha llevándose a los muchachos, segundos después en el vehículo en el que se encuentra mi amiga se suben dos agentes de policía y encienden el auto.

─ Llamare a tu padre, tranquila cariño todo estará bien ─ Ella sigue llorando y asiente. ─ Te quiero cariño. ─ Me acerco a ella y le beso la frente. ─ El... ─ Hace una pausa y respira profundo ─ intento aprovecharse de mí. ─ suelta antes de que el auto se coloque en marcha.

Ahora entiendo todo y la miro con melancolía ─ Todo se solucionara ─ alcanzo a decir, y me quedo de pie ahí en la mitad de la calle, viendo cómo se llevan a mi mejor amiga.

INESPERADAMENTE DESEADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora