Capítulo 2

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Debido a los constantes viajes de trabajo de mi padre y el alcoholismo de mi madre, decidieron contratar una nana para hacerse cargo de nosotros. Stephen siempre fue un niño malvado con tendencias a llamar la atención, pero a la única mujer en el mundo que respetaba y quería era a Rose.

Yo en cambio siempre fui muy tranquila, tú dame una muñeca y un juego de té y era la niña más feliz del mundo. Ella era quien nos horneaba galletas, nos preparaba chocolate caliente, nos llevaba al parque, nos enseñó a montar bicicleta y al menos a mí, me dio los mejores recuerdos de mi infancia. Es el único modelo de madre que tuve, y no me quejo, esa mujer se merece el cielo.

Cuando mis padres la despidieron, todo se fue al carajo. Stephen comenzó a drogarse, ir tantas fiestas como le fuera posible y a follar como un puto conejo. Y yo... yo simplemente me aislé de todo y todos en mis dibujos, mi música y libros o series.

El único problema es que hace mucho tiempo que no sabía nada de Rose. Lo último que supe de ella fue que vivía fuera de la ciudad, en un pueblo llamado Stookville. Pueblo que queda a diez horas en bus.

Necesitaba una forma de conseguir dinero para comprar un boleto, y a ser posible sin llamar demasiado la atención.

Caminé por lo que parecieron horas hasta que llegué a una parada de autobús, tomé uno que me dejara en el centro de la ciudad y pedí al chofer que por favor me dejara pasar. El hombre me ignoró completamente, por lo que yo pasé y me senté al final del todo en un asiento vacío.

El camino fue de lo más incómodo, no era la primera vez que viajaba en trasporte público, pero definitivamente no lo recordaba así. El hombre iba lento como un caracol, pero misteriosamente siempre que había un bache, aceleraba el muy hijo de perra.

Cuando por fin bajé, estaba mareada y tenía unas inmensas ganas de vomitar.

Caminé por las concurridas calles del centro de la ciudad, mirando a los diferentes comerciantes y artistas ganándose la vida, ofreciendo sus productos o cantando o bailando por monedas.

Tenía que pensar seriamente que iba a hacer para conseguir dinero.

¿En que soy buena? No en mucho la verdad. Dibujo bien, pero no tengo ni papel ni lápiz. Bailo horrible, así que definitivamente no. Canto... Mhm no se me da tan mal, no necesito ni instrumentos ni música, puedo cantar a capela. Pero, dios, ¡Voy a llamar demasiado la atención!

Saben que, ¡Al diablo lo de no llamar la atención! Necesito dinero, y dinero voy a conseguir.

Me coloqué en una esquina donde no había nadie pero pasa mucha gente y pensé en que cantar.

Decidí dejar de dar tantas vueltas y elegí "The one that got away" de Katy Perry, amaba esa canción y era hermosa. Me quité la sudadera quedando solo en camiseta y la puse a mis pies para que dejaran el dinero.

Empecé algo insegura, aunque con voz clara y fuerte. La gente comenzó a agruparse a mí alrededor y algunos me regalaban sonrisas para alentarme. Fui tomando confianza, y creo que la gente lo agradeció y les gustó, porque comenzaron a dejar monedas y billetes de un dólar o más. Cuando alguien lanzó uno de diez estuve a punto de echarme a bailar de la emoción.

Terminé mi canción y la gente aplaudió gritando por otra. La emoción de todos me contagió y decidí hacer caso a sus peticiones. Cante "Young and beautiful" de Lana Del Rey. En esta ocasión llego aún más gente, algunos observan por un momento y luego se iban, pero otros se quedaban y lanzaban más dinero. Al final todos aplaudieron y comenzaron a dispersarse.

Recogí el dinero emocionado, lo conté y en total había cincuenta dólares con treinta centavos. Me coloqué mi sudadera y me compré un agua mineral de dos dólares para refrescarme.

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