Capítulo 12

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Golpeé dos veces la puerta con mis nudillos y esperé.

Oí un débil –adelante- venir del otro lado. Tomé el pomo de la puerta entre mis dedos y tomando una gran bocanada de aire, entré.

El despacho del señor Rogers constaba de un escritorio de madera, con dos cómodos sillones negros individuales frente a éste. Detrás estaba él sentado en una de esas sillas de oficina, pero con un aspecto mil veces más cómodo. Las paredes estaban pintadas de un pulcro color blanco, pero lo que más llamó mi atención fue la pared que había detrás del escritorio del señor Anthony. Toda la pared, estaba compuesta únicamente de vidrio, ni siquiera era una pared completamente, más bien como un inmenso ventanal.

Todo era tan iluminado y hermoso. Detrás de ese vidrio podía ver los altos y verdes árboles, los animales y aves revoloteando y cantando y un precioso lago con agua fresca y limpia.

―Christine, buenas tardes ―saludó con una sonrisa Anthony, aparentemente contento con mi visita.

―Buenas tardes ―murmuré aun algo abrumada por la belleza detrás de esa pared.

―¿Que te trae por aquí, cariño? ¿Necesitas algo? ―inquirió con interés, centrando toda su atención en mí.

No podía concentrarme teniendo semejante escenario frente a mí, todo era tan hermosamente abrumador.

Pero esto era más importante, era mi prioridad ahora mismo. Necesitaba que alguien me diera respuestas, por lo que ignorando todo eso, dirigí toda mi atención al señor Rogers.

―Necesito hablar con usted, es muy importante.

―Toma asiento ―señaló en dirección a un sillón y esperó a que me sentara― tú dirás.

Me senté en uno de los sillones de cuero, el material pegándose a mis piernas por el sudor.

―Yo... ¿Quién es usted realmente? Rose me comentó que usted solía visitarme con frecuencia cuando era una bebé, también dijo que mis padres no parecían muy contentos con ello ―ante la mención de mis padres, sus ojos se oscurecieron y su mandíbula se tensó, al igual que todo su cuerpo― usted desapareció de un día para el otro, pero cuando se fue, le pidió a Rose que cuidara de mí. ¿Por qué? ¿Qué interés podría tener usted en mí? Por lo que pude entender, al parecer usted no era un familiar, tampoco un amigo de la familia.

―Lo primero que voy a dejarte claro es que yo nunca quise alejarme de ti, ellos me obligaron a hacerlo ―¿Obligarlo? ¿Por qué lo obligarían a alejarse?― Yo... para explicártelo todo tengo que pedirte que escuches la historia hasta el final, pero más aún quiero que mantengas la mente abierta y trates de entender.

―Bien, como usted quiera ―acepté algo confundida.

―Cuando yo tenía veintitrés años conocí a Lilian en la universidad, éramos muy buenos amigos, los mejores a decir verdad. Ella para mí era como la hermana que nunca tuve, la cuidaba y quería como a nadie. Pero cuando conocí a su hermana, Stella, yo... simplemente perdí la cabeza. Me enamoré de ella en cuanto la conocí. Era todo lo opuesto a mí y a su hermana, no había conocido nunca a alguien con tanta bondad, inocencia y amor en su corazón. Stella era menor que yo, aún estaba en el instituto cuando la conocí pero la diferencia de edad no era importante para nosotros, la amaba como nunca había amado a nadie.

>> Los años pasaron y nosotros seguíamos juntos, yo había terminado la universidad y había comenzado a trabajar en una empresa con un cargo menor. Stella aún estaba en la universidad, estudiaba medicina y quería especializarse en el área de pediatría, siempre había amado a los niños como no tienes idea, su mayor ilusión era tener un hijo, o una hija ―me miró con intensidad― pero para nuestra tristeza eso no sucedía. Los médicos dijeron que era poco probable que ella pudiera tener hijos, había menos de un 1% de probabilidades de que ella quedara embarazada. Cuando recibimos la noticia fue cuando conocimos a George y Sarah. Ellos se atendían con el mismo doctor que nosotros, Sarah estaba embarazada de tres meses.

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