Eran las dos de la tarde, Agus me dejó en mi casa y me puse a cocinar. La puerta se cerró, era Ruggero.
- ¿Muñeca? - grito.
- ¿Que? - grité.
- Ah, estas en casa - vino hacia la cocina - ¿Que haces?
- ¿Cocinar? - dije obvia.
- Ya se ¿Pero que?
- Pollo con papas fritas - me miro.
- Yo también quiero.
- Pues háztelo, no soy tu chacha - hizo puchero.
- Oh vamos, es pollo ¡pollo! - lo mire raro.
- Lo se - rei - ¿Y que? - me miro.
- Es mi favorito, no puedes hacerme esto - lo mire.
- Claro que puedo - rei sarcástica.
- Bueno, quizás a papá José le interese saber que su adorada hija estaba haciendo cosas indebidas en la sala - deje la espátula.
- Oh vamos Ruggero, no serías capaz - me miro y me sonrio maliciosamente.
- ¿A no? - rode los ojos.
- Ok, si te creo capaz.
- Bueno, si no quieres que eso pase, yo también quiero de lo que estas cocinando. No seas mala, hay que compartir con los hermanos - lo mire incredula.
- Tu no eres mi hermano. Eres mi hermanastro - río.
- Bueno, pues se buena hermanastra - rode los ojos.
- Te odio - dije en voz baja.
- ¿Que? - me miro divertido.
- Que pongas la mesa, hermanito - sonrei falsamente.
- Así me gusta - me dio una palmada en el trasero.
- Hey - me queje, el río y puso la mesa.
Hice más papas y al terminar comimos los dos.- Llamo mi madre y dice tu padre que si necesitas algo que lo llames - me hice la indignada.
- ¿Y porque a mi no me llaman ? - dije en tono obvio.
- ¿Porque me quieren más a mi? - lo mire seria.
- Que gracioso - dije sarcástica.
- Acepta que es la verdad - me miro divertido.
- Pues claro que no - le saque la lengua, comimos en silencio hasta cuando el volvió a hablar, aunque quizás debería haberse callado..
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