- Oh Dios... - dije masajenado mis sienes.
Abrí los ojos levemente cuando vi una habitación que no era la mía.
No me acordaba de nada... sólo tenía un fuerte dolor de cabeza y mareo.
Vi la ropa tirada por todos lados. Era la habitación de Ruggero... cuando miré a mi lado no había nadie.- Buenos días, muñeca. - rió él saliendo del baño.
- Rugge, duele... - puse mis manos en mi cabeza.
- Pues normal. ¿Quieres algo?
- Un buen plato de pastillas, por favor.
Salió del cuarto riendo. Poco después me trajo una pastilla y un vaso de agua. Me lo tomé y le agradecí.
- ¿Quieres que salgamos a desayunar?
- Quiero dormir un poco más, estoy cansada.
- Está bien. - sonrió. - Duerme un rato más.
***
Mientras ella dormía recogí toda la ropa que había. Supuse que Karol no despertaria para desayunar así que fui a Starbucks y desayuné.
Al llegar ella aún dormía así que me puse a cocinar.
Agustín me llamó para preguntar si Karol estaba bien.
Cuando terminé subí al cuarto y le di un beso en los labios.- Buenas tardes, dormilona.
- Rugge... - sonrió abriendo los ojos.
***
- ¿En serio? - pregunté avergonzada mientras comía.
- Sí, llegaste así sin más y comenzaste a insinuarte. Después no me dejaste en paz hasta que lo hiciéramos.
- Oh Dios... - dije totalmente sonrojada.
- ¿Dónde estuviste ayer?
- Noche de chicas, en un antro.
Seguimos comiendo mientras hablábamos. Después salimos y fuimos a mi casa dónde nos juntamos todos.
Las chicas reímos recordando que habíamos hecho ayer.- Agus... - dije cuando todos se fueron.
- ¿Qué pasa? - volteó a mirarme.
- Lo siento, digo, por cómo me comporté anoche, que vergüenza. - él rio.
- No pasa nada, enana. - me despeinó dulcemente. - ¿Y dime... te han dado tu buen chape?
- ¡Agus! - grité regañándolo mientras le di un golpe en el hombro, Agustín cayó en el sofá y me tiré encima mientras él reía. - Deja de reír.
- Ya, Karol... - siguió riendo. - ya paro.
- Eres un tonto. - le enseñé la lengua.
- Pero enserio, ¿te dieron un buen chape o no? - soltó una carcajada y le volví a pegar pero reí por la risa contagiosa de Agustín.
- Te odio. - dije yendo a mi habitación.
.
Al día siguiente me levanté, me duché y desayuné con Agustín.
Fuimos en el coche y nos encontramos con todos... menos Ruggero.