3.- ||Las consecuencias del alcohol||

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Había pasado aproximadamente una semana desde la última vez que Vic había visitado a Kellin en el hospital. No solía hacerlo muy seguido. Aproximadamente, se paraba unas cinco o seis veces por mes en el hospital.

No era porque no tuviera tiempo, sino que, en realidad verlo ahí, le resultaba muy doloroso. Verlo en esa cama solo le traía mas dolor del que ya tenía. No podía dejar de culparse a sí mismo por haber dejado en coma a Kellin.

Había hecho de todo para olvidarse de él, pero le resultaba imposible. No se podía sacar su voz de la cabeza. No podía dejar de extrañar el tacto con aquella piel tan suave y ese cuerpo tan delicado. Extrañaba el roce de sus manos, su risa al escuchar algún chiste estúpido. Lo inundaba la nostalgia al recordar aquella hermosa y blanca sonrisa. Lo invadía el dolor, de tan sólo recordar que no veía esos hermosos ojos hace ya un buen tiempo.

Lo seguía amando. Ese hilo que los unía, aun no se rompía, y al parecer, no lo haría nunca. Vic, después de haber hecho tantas cosas para olvidarlo, simplemente llegó a la conclusión —correcta, por cierto— de que no podía olvidarlo porque era el amor de su vida. En su interior, lo sabía. No por nada se había sentido feliz cuando lo conoció. No por nada, soñó con él antes de conocerlo.

Estaban hechos para estar juntos. Vic ya no quería a nadie más, lo único que necesitaba era tenerlo en sus brazos de nuevo. Por eso estaba deprimido. Le hacía falta Kellin. Él era quien le daba el significado a su vida. Gracias a él era feliz, y no tenerlo, simplemente lo derrumbaba y le quitaba las ganas de vivir por completo.

Noche tras noche, había llorado mientras le daba la vuelta a la almohada, debido a que ésta terminaba empapada por sus interminables lagrimas. Tenía un gran dolor en su corazón. A parte, se lo había prometido. Vic le había prometido a Kellin esperarlo.

Y sí su amado no despertaba, y finalmente, era llevado por la muerte, no le quedaría más opción que seguirlo por aquel camino. ¿Para qué seguir viviendo si el amor de su vida ya no estaba más en el mundo? Vic no se imaginaba un mundo en el que Kellin Quinn ya no existiera. O, tal vez si lo hacía, pero, ese mundo era lo más parecido al infierno.

Pero, como sea, y volviendo al inicio, ese día, Vic lo había decidido visitar.

Una vez que tuvo el permiso para entrar a la habitación, se dirigió ahí, para encontrarse con él.

Repitió la misma rutina de siempre. Tomó una silla, apagó su teléfono y lo dejó a un lado. Tomó la mano de Kellin con delicadeza, y apartó los mechones de cabello de su cara.

—Hola, mi amor... —le sonrió—, hoy por fin pude venir. Recuerda que, no es porque no tenga tiempo, sino que, bueno, la verdad me duele demasiado verte así. Todos, absolutamente todos me dijeron que me olvide de ti, pero yo no quiero hacerlo, y tampoco puedo. Ellos no entienden mi dolor. Ellos no saben por lo que estoy pasando. Simplemente, le haces falta a mi vida, Kellin...

Algunas lágrimas cayeron por las mejillas del moreno. Suspiró, y ni siquiera se molestó en limpiarlas. Una de las cosas que le gustaba de ir con Kellin, era que, ahí podía desahogarse. Vic había escuchado que los pacientes en coma solían oír las cosas a su alrededor.

—¿Recuerdas a Tabby? Ya te he hablado de ella. Bueno, me sigue acosando y sinceramente ya estoy harto. Sí estuvieras consiente, ya la hubieras puesto en su lugar —rió levemente—. Hay tres canciones en el nuevo disco que son para ti. Nada me gustaría más qué, despertaras y escucharas todas las canciones que te he escrito. ¿Sabes? Sigues siendo mi mayor inspiración.

Guardó silencio por un momento y se concentró en el bip repetitivo de la máquina que marcaba los latidos del corazón de Kellin. Cómo odiaba ese maldito aparato. Ese pequeño sonido le era horrorosamente familiar, puesto que, aparecía en la mayoría de sus pesadillas.

All My Heart [Kellic] (2)Where stories live. Discover now