Capítulo 1

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Apoyados en el borde de las piedras, los jinetes y los dragones miraban hacia abajo desde su escondite en las montañas. Alrededor de una veintena de hombres y mujeres vigilaban la gran columna de seres deformes que atravesaban el gran desfiladero en perfecta sincronía, en silencio...

- ¿Cuántos calculas Slar? – le preguntó el Jinete Real al viejo Dragón apergaminado que junto a ella miraba hacia abajo.

- Alrededor de 10.000 monjes – contestó.

- Mmnnn.... ochocientos dragones, mil salamandras, doscientos monos..., no me salen los números pequeña – dijo, el alto dragón que estaba a su lado, preocupado.

El jinete se frotó los ojos cansados, hacía tiempo que no dormía bien por las noches.

- Entonces busquemos cómo hacer que los números cuadren Draco – le dijo echándose hacia atrás y separándose del borde – Tarnan, asegúrate que las tropas mantienen la posición y que estén preparadas – le dijo a un joven que esperaba tras ella.

- Como digáis, Jinete Real. – salió volando en su dragón para acometer la orden.

- Príus, llega hasta los varanos, apresúrales en su marcha, deben estar a nuestro lado cuanto antes para equilibrar la batalla. – ordenó al segundo joven que esperaba.

- De acuerdo – el joven vestido de negro también salió volando en su dragón en la dirección opuesta.

- Comunicaré al Rey nuestros planes para que nos de su aprobación – concluyó el jinete.

Se alejó del grupo de gente seguida del alto dragón. Se sentó en una piedra a descansar al sol de la mañana y estableció la conexión.

- 'Diez mil efectivos, Escamoso' – dijo mentalmente al destino de su conexión.

- '¿Cómo lo ves?' – le respondió.

- 'No lo sé. Draco no lo ve claro. Quizá con la ayuda de los varanos consigamos que no sea una masacre'.

- '¿Vais a emboscarlos?' – volvió a preguntar.

- 'Aquí' – dijo enseñando un lugar en su mente – 'El desfiladero se hace angosto, eliminaremos a sus oteadores para que no den la voz de alarma. Los druidas nos han proporcionado suficiente fuego griego para poder volar parte de las paredes del desfiladero y sepultarles.'

- '¿Estáis en posición?'

- 'Sí, el lugar ya está minado, llegarán mañana en la madrugada según nuestros cálculos'

- 'Bien, entonces proceded' – permitió por fin – 'Ten cuidado, querida mía'.

- 'Siempre' – respondió el jinete.

Cortó la conexión y miró al alto dragón apoyado relajadamente en la roca.

- ¿Qué ha dicho? – le preguntó a la chica.

- Nos da su permiso. – respondió ella. – Diles que descansen Draco, mañana será un día duro.

- ¿Dónde vas? – le preguntó el dragón desconfiado.

- Caius me espera al otro lado de la loma, dragón mío, quiero saber cómo le va en su vigilancia. – el dragón asintió con recelo y se separaron.

La joven continuó caminando hasta encontrarse con un gran águila marrón y dorada, como dos cabezas más altas que ella. Fue hasta ella sin miedo y puso su frente a la altura del águila que hizo lo mismo chocando levemente las cabezas.

Trilogía Jinete de Dragón: Jinete de Dragón (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora