Creo que le extraño

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Me acurruqué bajo las mantas que todavía conservaban el olor de Lucas y de repente me di cuenta de que le extrañaba.

Salté fuera de la cama y corrí a buscar a Caroline.

-Beth, es medianoche ¿quieres dejarme dormir? –dijo cuando entré en su habitación como una bala.

-Caroline, creo que le extraño –le dije empezando a caminar de un lado a otro de la habitación. –Extraño a Lucas.

-¿Y eso que tiene de malo si puede saberse? –estaba empezando a despabilarse.

-¿Recuerdas cuando corté con Julian*? Te dije que había cortado con él porque no le extrañaba. Cuando volvimos de vacaciones él me dijo que me había extrañado y yo no pude decirle lo mismo. Nunca he extrañado a nadie, bueno sí, pero mi familia no cuenta.

No había dejado de dar vueltas por la habitación como si me persiguiera el demonio.

-Beth, para –me ordenó. –Me estás poniendo nerviosa con tu paseíto.

Me dejé caer en la cama y me tapé la cara con las manos.

-No quiero enamorarme de él, Caroline –susurré entre mis dedos. –No quiero estar enamorada de él ¿Cómo lo paro?

Escuché como ella suspiraba y se tendía a mi lado.

-No puedes Beth –me respondió. –No puedes elegir de quién enamorarte, eso no te corresponde a ti sino a tu corazón. Tampoco puedes pararlo ¿Por qué no intentas disfrutarlo como hace la gente normal?

-Porque me da miedo. He tenido controladas todas las cosas de mi vida, pero esto no lo controlo.

-El amor no lo controla nadie, Beth –replicó ella. –Puedes correr pero no esconderte.

Suspiré y me giré hacia ella.

Esa noche dormimos acurrucadas la una junto a la otra como cuando éramos pequeñas y Maddie nos contaba un cuento antes de dormir.

*se pronuncia yulian.

. . . . . . . . . . . . .

-Deje eso por ahí, por favor –eran los de la empresa de muebles.

Me había pasado toda la mañana buscando muebles por catalogo y los había encargado por teléfono al igual que la pintura.

Estaba personalizando la casa.

Había comprado una enorme cama con dosel para la habitación grande, muebles modernos y pintura en la gama de colores amarillos, violetas, marrones y beige.

Había comprado un piano, una guitarra y unos altavoces para una sala de música. Ordenadores y estanterías para un estudio. Algunas maquinas de ejercicio para hacer un mini gimnasio. También objetos de decoración para el resto de la casa incluyendo las habitaciones de los empleados.

-Me encanta la idea de la sala de música –comentó Caroline. –No creo que vayas a salir de allí mucho.

En cuanto dijo eso se me ocurrió una idea.

-¿Y si hago una habitación para Lucas? Alguna afición tendrá ¿no?

-Dímelo tú futura señora Rogers –me molestó Caroline.

Le di un codazo. No me hacía nada de gracia la idea de casarme. Para mí solo era un papel que hacía que las dos partes fueran desgraciadas.

Busqué el número de Lucas en mi agenda del móvil y le llamé.

-Hola Thomas ¿Te aburres sin mí? –parecía contento de que le hubiera llamado.

-Mmm –me salí por la tangente. -¿Cuáles son tus hobbies?

-¿Por qué me preguntas eso? –dijo él extrañado.

-Curiosidad –mentí descaradamente.

-Ajá… -no se lo tragaba. –Me gusta nadar, el cine y la fotografía. Ahora enserio, ¿Por qué lo preguntas?

-Por nada, adiós –colgué sin darle tiempo a decir nada más.

Bien. Tenía mucho trabajo que hacer si quería terminar todo esto antes de mañana por la noche. Ahora también haría una sala de cine y un estudio de fotografía.

Contraté a un montón de gente y me pasé toda la tarde y el día siguiente ayudando a todo el mundo.

Cuando todo quedó terminado, quedó perfecto, justo como había pensado. Ahora si podía llamar a esto mi casa. No estaban mis padres y sí estaba Caroline, no podía creerme que no hubiera pensado en vivir en otra casa antes.

Sabía que Lucas llegaría tarde así que me duché, me puse mi pijama y me acosté en la cama con dosel que me moría por probar desde que la habían traído esta mañana. Me quedé dormida sin darme cuenta.

No quiero enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora