No me odies

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A la mañana siguiente me despertó un fuerte aroma a beicon. Era Lucas, y llevaba una enorme bandeja en la mano. La dejó en la mesita de noche y vino hacia mí para ver si ya estaba despierta.

Me hice la dormida un rato más y sentí como la mano de Lucas se paseaba por mi mejilla. Me estaba acariciando, y lo peor de todo era que me gustaba. Retiró su mano con delicadeza.

-Bethany –me llamó.

Fingí acabar de despertarme y le miré extrañada.

-¿Qué demonios haces tú aquí? –pregunté aunque ya sabía la respuesta.

-Te traigo el desayuno, tú amiga Caroline me dijo que si quería podía subírtelo yo.

Así que había sido idea de Caroline. Ya podía considerarse muerta. Me senté y miré la bandeja. Huevos con beicon, zumo de naranja, café y pastelillos de chocolate.

Lucas se sentó a mi lado en la cama, yo fingí que me molestaba en extremo su presencia.

 Lo cierto era que mi odio hacia él estaba basado en el hecho de que mi padre me estaba obligando a casarme con él. Si le hubiera conocido en otras circunstancias, probablemente, no le trataría tan mal.

-Come, está muy bueno.

Comí en silencio, mirándole con fastidio.

-Beth –me llamó. –No eres la única a la que están obligando así que agradecería que dejaras de mirarme con odio, yo no tengo la culpa.

Giré la cabeza y miré hacia otro lado. Tenía razón, pero era más fácil descargar mi frustración con él que con mi padre, que además, nunca estaba.

-Lo siento –me obligué a decir muy bajito.

Su mano se posó con suavidad en mi mejilla, obligándome a mirarle. Se acercó mucho a mí, hasta que por fin sentí la suave presión de sus labios sobre los míos.

No sabría explicar por qué cuando me besaba perdía el contacto con mi cerebro. Perdía el control sobre mí misma. Yo, que siempre tenía controladas todas las posibilidades y las salidas, esto era nuevo para mí y no sabría decir si me encantaba o lo odiaba, tal vez ambos.

Puse mis manos en su cuello y le atraje más hacia mí. Lucas profundizó el beso y yo lo recibí encantada, sus manos me acariciaban las mejillas y sus labios eran suaves y dulces. Se separó de mí jadeando un poco.

-Creo que con esto me compensa –susurró.

Las neuronas de mi cerebro volvieron a conectar y me levanté de la cama de un salto.

-Eh… Voy a ducharme –dije corriendo hacia el baño.

Mierda, mierda, mierda. Bethany Rose Thomas, ¿qué estás haciendo? No puedes enamorarte de Lucas, no puedes, y encima, tan rápido. Estaba científicamente comprobado que las personas se pueden enamorar de alguien en solo segundos pero a mí nunca me había pasado. Ahora mismo estaba mandando a la ciencia a un lugar muy poco agradable.

Me duché con agua fría y salí de la ducha esperando que Lucas ya se hubiera ido, pero seguía ahí.

-¿No te habías ido ya?

-Se me olvidó decirte que hoy vamos a la feria. Es una cita.

-Vale –dije sacándolo de la habitación y cerrándole la puerta en la cara.

Escuché unos golpes en la puerta.

-¿Qué quieres? –le dije a Lucas abriendo la puerta con brusquedad.

-Toda tu ropa está en nuestra habitación –dijo él sonriendo, haciendo énfasis en la palabra nuestra.

Me sonrojé y salí con paso rápido hacia la habitación grande, solo tenía puesta la toalla y era consciente de que Lucas no apartaba la mirada de mí.

No quiero enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora