¿Tengo una hermana?

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Lucas POV

Me desperté muy temprano con Beth en mis brazos.

Me encantaba despertarme así. No había sentido por nadie más lo que sentía por ella.

Recordé lo que había pasado la noche anterior. La forma en la que se había apartado de mí. Supuse que no estaría preparada y yo no iba a obligarla a hacer nada que no quisiera.

Miré el reloj. Eran las siete, todavía tenía tiempo antes de ir a la oficina. Yo trabajaba la mayoría de los días desde casa, pero algunas veces tenía que ir a la oficina de mi padre. Apreté un poco más a Beth contra mí y me di cuenta de que no tenía la blusa del pijama, yo se la había quitado la noche anterior. No pude evitar que mi mirada se paseara por su cuerpo. Era preciosa.

-¿Disfrutando de la vista? –tenía cara de estar molesta pero su voz decía otra cosa distinta.

Asentí y le di un beso en la frente. Me levanté para ir a la ducha.

-Hoy tengo que ir a la oficina –dije mirándola. No parecía contenta.

-Acompáñame a ver vestidos de novia con mi padre, por favor –me pidió ella.

-¿Eso no da mala suerte? –me gustó que me lo pidiera.

-No creo en esas supersticiones –se levantó de la cama, no parecía muy cohibida por andar sin blusa delante de mí. –Además, no puedes dejarme un día entero con mi padre. Acabaríamos estrangulándonos el uno al otro a los cinco minutos.

-Hoy tendría que ir a la oficina…

-Por favor –susurró ella acercándose a mí y poniendo sus manos en mi pecho desnudo.

Eso no era jugar limpio. Ella debió de notar la rendición en mi cara porque me dio un rápido beso en los labios, canturreó un gracias y entró danzando en el baño.

Me quedé allí parado unos segundos, luego sacudí la cabeza y me toqué los labios con la punta de los dedos. Adoraba la sensación de sus labios sobre los míos.

Llamé a la oficina y a mi padre para poner unas cuantas excusas. Sabía que de todas formas, mi padre no me necesitaba mucho, le sobraba con él mismo.

Esperé a que Beth saliera de la ducha para entrar yo.

Cuando salí, ella ya estaba vestida. Llevaba puesto un vestido negro que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, tacones negros, pulseras negras, parecía que iba a un funeral, lo único de color era una cadena de oro que le colgaba del cuello. También se había maquillado más de los normal en ella. Me gustaba mucho más cuando era ella misma.

-Ordenes de mi padre –me explicó al ver como la miraba. –La elección del color es mía.

Me reí y la abracé. Ella correspondió a mi abrazo.

-Vístete –me dijo con los labios pegados a mi oreja.

Hice lo que me ordenó y bajé a desayunar con ella.

. . . . . . . . . . .

-No sabía que ibas a venir, Lucas –me saludó Alaric mirando a su hija.

Beth sonrió. Lo estaba retando a que la regañara delante de mí. Yo le sonreí a Beth. Me encantaba su forma de pelear contra su padre.

Una de las dependientas nos acomodó en una sala y se llevó a Beth para probarse los vestidos.

Cuando salió me quedé sin habla. Llevaba puesto un vestido sin tiras que se le pegaba al cuerpo y se ensanchaba abajo, también tenía un escote en la espalda que dejaba ver la mayor parte de la línea de su columna. Parecía que a Beth le encantaba, se la veía muy feliz y cómoda dentro de ese vestido.

Me la imaginé caminando hacia mí con ese vestido en nuestra boda. Sonreí, era una imagen muy agradable.

-No me gusta –dijo su padre de inmediato.

Le miré con odio. Ese hombre era horrible, no podía dejar que su hija fuera feliz. Yo amaba a Beth y ese hombre era el que impedía su felicidad.

-Te ves preciosa –le dije a Beth con una sonrisa dedicada especialmente para ella.

Ella me sonrió en agradecimiento y se fue de nuevo con la dependienta para probarse más vestidos.

Bethany POV

Me probé decenas de vestidos. Ya eran las seis de la tarde y a mi padre todavía no le parecía ninguno lo bastante bueno, aunque yo sabía que el problema estaba en quién los llevaba puestos no en los vestidos. Incluso había pedido que nos trajeran aquí la comida para seguir en la elección de un vestido.

Para mí el vestido perfecto era el primero que me había probado. Me encantaba pero mi padre nunca me dejaría llevarlo.

Me puse un vestido horrible color champagne con un montón de brillos que había elegido mi padre.

-¿Este te gusta o sigo probándome toda la tienda, padre? –la dureza y el veneno de mi voz eran más que evidentes.

El teléfono de mi padre sonó y él lo cogió de inmediato, ignorándome por completo. Se alejó un poco para hablar a solas. Yo me acerqué a él por detrás para exigirle una respuesta pero me quedé inmóvil cuando escuché su conversación.

-Fue un error acostarme con tu madre hace dieciocho años porque naciste tú. Ya sabes el trato te daré todo el dinero que quieras siempre que no digas nada de que tu eres mi hija –escuché que decía mi padre con rabia en la voz. Hizo una pausa, supuse que la otra persona estaría hablando. –De acuerdo.

Colgó el teléfono y se giró hacia mí. Puso una cara que yo nunca le había visto a mi padre, él tenía miedo.

-¿Tengo una hermana? –pregunté sin creérmelo. –No sé por qué me sorprende, ya sabía que eras un maldito cabrón.

Me fui a cambiarme lo más rápido que pude y salí de la tienda sin mirar a mi padre ni a Lucas.

-Recuerda nuestro trato –me gritó mi padre a lo lejos.

No cogí el coche, de todas formas, Lucas tenía las llaves. Bajé al metro y me fui directa a casa.

Cuando llegué me tumbé sobre la cama y miré al techo. No salían lágrimas y no sabía si era que no habían o que no podían salir.

Tenía una hermana. Mi padre había engañado a mi madre incluso antes de que me tuvieran a mí. Me había perdido la oportunidad de tener una hermana de la que cuidar y que me cuidara a mí. Quería encontrarla, quizá no fuera tan tarde y pudiéramos llegar a ser amigas.

Lucas entró en la habitación con una cara de preocupación que nunca le había visto.

-¡Dios, Beth! ¿Por qué no me has esperado? –se tumbó a mi lado y me abrazó muy fuerte.

-Lo siento –susurré contra la piel de su cuello. –No suelo contar con nadie cuando me pasan estas cosas.

-Pues acostúmbrate a tenerme a mí –me levantó el rostro para mirarme a los ojos. -¿Qué ha pasado?

Ahí estaban las lágrimas apareciendo cuando menos debían. Lucas me apretó contra él y me acunó en sus brazos todo el tiempo que estuve llorando.

-Voy al baño –susurré cuando las lágrimas dejaron de salir, debía de tener un aspecto horrible con el rímel por toda la cara.

En el baño me limpié el rímel de la cara y terminé desmaquillándome totalmente.

Salí del baño y la escena que me recibió me dejó inmóvil en la puerta del baño.

Katelynn y Lucas se estaban besando. Lucas parecía sorprendido y la apartó de él con cuidado pero yo ya había visto suficiente. Corrí hacia mi coche y me alejé de la casa todo lo que pude.

No tenía ni idea de adónde iba, solo conducía. Lucas me llamó un millón de veces pero no lo cogí, no quería hablar con él ni verle.

No quiero enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora