2 1

484 55 36
                                    

—Mierda.

La quinta blasfemia que soltaba en toda la noche.

Trataba de encontrar a alguno de los chicos y ¿adivinen quién quiso ser voluntario en la búsqueda? Así es, el chico rico que apartaba a las personas para que ambos pudiéramos pasar y me jalaba la mano cada vez que me atoraba en algún espacio.

—¿Evans, esos no son los patéticos de tus amigos?

Más allá, en una mesa de aperitivos, distinguí a los tres chicos que llevaba quince minutos buscando.

—¡Hey! —grité cuando estaba cerca de ellos.

Los tres voltearon y levantaron las manos riendo al compás.

—¡Lori!, ¿cómo estás? —alzó la voz Reece— Nosotros estamos comiendo unos sándwiches deliciosos que nos trajo el señor de traje de pinguino especialmente para nosotros. Ese hombre se veía muy raro, no importó porque llegaron los de tercer año y nos regalaron una botella de jugo azul. Prefiero el verde pero el azul es bonito también, ¿tu qué dices?

—Ay no, no, no, no, no, no, no... —chillé.

—¿A Ti TAMPOCO TE GUSTA EL AZUL? SOMOS ALMAS GEMELAS —arrojó el sándwich que tenía en la mano y se acercó para estrujarme fuerte contra su pecho.

Los demás rieron.

Lo que me faltaba. Parecían ebrios o demasiado hiperactivos con lo que sea que les dieron. Esperaba que fuera ninguna de las dos.

—¿Dónde carajos estaban? —pregunté a los otros dos cuando se alejó de mi.

—Un pequeño duende nos llamó a escondidas.

—Ya cállate, Reece —reprendí, con la vena de mi cuello a nada explotar—. George tu si estás consiente, ¿verdad? —me acerqué al rubio y lo sacudí por los hombros repetidas veces. Esperaba a que mis expectativas no decayeran.

—Es divertido verlos hablar ridículamente. Aún más que de costumbre —comentó en una risa—. Oye, ¿por qué Mc.Callister es guía de turismo ahora?

—Ignóralo —lo reproché.

—Eso duele, Evans.

—Cállense, están alterándome muy fácilmente —aparté el cabello de mi rostro y observé a mi al rededor, esperando al menos ver a Pauline cerca para ayudarme.

—Relájate, Lori —balbuceó Blake—. Si te estresas se te hace una arruga en la frente —se colocó demasiado cerca de mi burbuja de espacio personal—. Justo ahí —tocó en medio de mis cejas y luego rió—. De todos modos te ves adorable, eso no se puede revertir.

—Es suficiente. George, iremos afuera. Lleva a Reece y Cole, tu a Blake.

—¿Qué? ¿Por qué yo debo cargar con tu amiguito?

—Sólo hazlo si quieren salir todos ilesos y vivos de esta situación.

Levantó las manos rendido y se acercó a él.

Nos guié hasta una de las salidas más cercanas que conectaba con la parte trasera de la casa. No había muchas personas y se podía aprovechar el aire para llenar los pulmones con más facilidad.

—Debemos encontrar a Pauline —hablé.

—Debemos encontrar a Pauline —repitió Reece.

—Y controlar que Hoffger no se acerque nunca más a ella.

—Que Hoffger no se acerque nunca más a ella.

—Ahora, ¿cómo lo haremos?

—¡¿Cómo lo hare...?!

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora