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Kennedy Brince expandió una sonrisa en su rostro, y por lo que aprendí yo también debía hacer eso cuando alguien estaba feliz de verme, no sé si le creí pero de todos modos las comisuras de mis labios se estiraron un poco.

-Hola, Kennedy- saludamos Reece y yo.

-¿Por qué corrieron allá afuera?- preguntó acercándose a nosotros-. Yo fui quien los llamaba.

Oh...

-Lo lamento, pero fue porque Reece no se sentía bien del estómago, ¿sabes? últimamente está teniendo problemas en evacuar... ¿nos recomiendas algún doctor?

Las mejillas de la pelirroja tomaron un color rosado y sus verdes ojos miraron al suelo un segundo antes de negar.

-No, lo lamento- dirigió una mirada breve al chico, acomodó su falda del uniforme seguido de sacar cinco sobres de ella-. Volviendo a por qué los llamé; mi fiesta de cumpleaños es dentro de dos semanas y quería invitarlos...- extendió las tarjetas y con una sonrisa las tomamos- ¿Podrían entregarle éstas a Blake y George? Porque no los vi y supuse que ustedes de seguro se reunirían.

-Sí, no hay ningún problema- se adelantó a decir él-. Se las entregaremos.

La vista no me fallaba tan mal como para no darme cuenta de que sus mejillas se coloraron un poco más que hace diez segundos. Está sufriendo el efecto enamoramiento. Oh, Dios, yo soy sólo un fantasma espectador en este asunto de las miraditas persistentes.

Tengo un nuevo empleo como la violinista. Yo misma me inscribí en la lista.

-Muchas gracias- tuve la suerte de que la campana sonara para cortar con la terrible aura del lugar-. Bueno, nos vemos, chicos. ¡Ojalá puedan ir!- levanté el pulgar cuando se despidió con la mano y se fue perdiéndose entre un pasillo más allá de distancia.

-¿Que tengo indigestión?- preguntó tomándome de los hombros para ir a clase.

-¿Mia Xila? ¿En qué estabas pensando?

-Recordé una serie de televisión y la usé- rodó los ojos.

-¿Estabas coqueteando con Kennedy o tuve alucinaciones?

-Intenté ser amable.

Lo medité unos segundos antes de preguntarle:

-¿Te gusta?

-¿Qué? No- negó riendo-. ¿Celosa?

-Oh, por Dios ¡claro que sí!- elevé los brazos con ironía.

-Muy graciosa. No me gusta Kennedy. De hecho estoy interesado en alguien más.

-¡No me digas! ¿Quién es?

-La profesora está por entrar al salón, camina más rápido.

Como una rata evadiendo las trampas. Así actuó Reece.

***

Conocer a la familia de Pauline tan pronto no estaba en mis ideales planes como si fuera una especie de perrito que descubrió en la calle y pensara que necesitara aprobación en su casa para quedárselo, pero no me opuse. Después de todo era mi amiga.

Exactamente una semana había pasado de que armamos el plan de que Nick debería invitar a Pauline a salir, gratamente había dado sus frutos cual naranjo a los dos días siguientes, cuando Pauline llegó a la casa abandonada avisando que Hoffger la invitó a tomar un helado. No fue sorpresa para Reece y para mi pero George y Blake perdieron una apuesta.

Ella y su familia vivían en un edificio a unas calles un poco alejadas de la escuela, no era el más lujos pero tampoco estaba de mala muerte. Exactamente piso 5, departamento 130. Tocó la puerta de madera repetidas veces hasta que una mujer un poco más alta que ella la abrió. Era sorprendente igual a su hija; cabello rubio, ojos celestes y las facciones de su rostro sólo no coincidían en excepciones. Tenía un vago recuerdo de probablemente haberla visto en la reunión de las familias.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora