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—¿Qué se supone que es una chelonioidea?

—Es el nombre para definir el conjunto de super-familias al que pertenecen las tortugas marinas —respondió Pauline a la pregunta de George—. En este grupo pertenecen los...

—¿Saben qué? —alejé los cuadernos de la mesa y me levanté del sofá—. Todo esto me aburre un poco. Iré por helado, ¿alguien gusta?

Los cuatro levantaron la mano sin despegar la vista de sus apuntes y continuaron escribiendo sin importar el desastre de mi presencia.

Biología se venía encima de nosotros como una avalancha a punto de aplastarnos. O al menos a mi. Los exámenes estaban a nada de distancia y los profesores anunciaron tres para las siguiente semana. No saldría con vida del salón, de eso estaba segura. Mis cuatro amigos se veían algo confiados, pasamos los días de semana estudiando un rato luego de la escuela así poder desocuparnos a tiempo.

Arrastré los pies como si me faltara aliento para vivir y moví la puerta corrediza de la cocina para darme el paso libre.

—Ahora se encuentra mejor, hizo nuevos amigos y la notamos más animada que hace dos meses. Esperamos que siga así. No, no tuvo recaídas en todo este tiempo. Su salud ha mejorado. Se comunica regularmente con su abuela... Aún no sabemos qué piensa de eso.

La comunicación telefónica de Mary se convirtió en susurro luego de percibir que yo estaba a su lado tratando de buscar recipientes para el helado entre las gavetas. Cada vez descendía un poco más el tono de voz a la vez que trataba de no agudizar mucho mi oído.

—Bien... podemos arreglar eso. Gracias por llamar —concluyó.

Simulé que no prestaba atención a nada y me acerqué al refrigerador para buscar el pote de helados

—¿Comerán helado con los chicos, cariño? —habló alegre.

—Así es... —otorgué la razón— Tratamos de estudiar y leí en Internet que el helado te hace más inteligente al ayudarte a estimular las neuronas.

—Creo que en lugar de las neuronas lo que más estimularán será el paladar —mi tía ayudó a que sirviera el helado para cada uno y saco una bandeja para que pudiera llevarlos hasta la sala—. Lori, llamó la señora Ratliff.

Lo suponía.

—¿La trabajadora social? —fruncí el ceño.

—Sí. Preguntó como estabas —agregó.

Volví a interrogar:

—¿Y qué le dijiste?

—Lo que me pareció —declaró simple—. Que estás bien, ¿no?

—Sí, claro —me resté de hombros al sonreí para confirmar que así era—. Llevaré el helado a los chicos.

Extendió las comisuras de sus labios asintiendo.

Tomé la bandeja y regresé con los chicos.

{***}

El sábado llegó y se fue en un instante. Cumplimos con la condena: George y Blake organizaron los vestuarios y la cancha de deportes, mientras que Pauline y yo fuimos las encargadas de limpiar cada rincón del laboratorio de química. No fue nada fácil. Podríamos haber encontrado una rana disecada, o hasta ratas, pero no hay nada que unos guantes de látex no puedan tocar. Claro.

—¡Lori, tu amigo está aquí!

Apenas sentí la puerta de la entrada abrirse, supe que se trataba de Reece quien vino a buscarme. Lo confirmé cuando Rob lo anunció desde la planta baja.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora