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Dirigí las palabras de George día y noche durante una semana completa hasta que mi mente se acostumbró a aquellos pensamientos que creí jamás se darían en mi ni en mis más extraños pensamientos. ¿Blake gustarme a mi? ¿En qué sentido? Como un mejor amigo, por supuesto. Ya lo consideraba mi mejor amigo, pero ¿algo más allá de la estrecha línea de tener a alguien a quien contarle mis secretos y que nos aconsejáramos mutuamente? La amistad estaba perfecta tal cual, sin necesidad de estar moviendo piezas en un puzzle ya establecido. Entonces, ¿qué era lo que me pasaba cuándo estaba junto a él? ¿Qué era lo que le sucedía a él al estar cerca de mi?

Tampoco tuve demasiado tiempo para meditar todo lo que me afectaba en una vida sentimental. Justo ahora estaba a dos pasos de entrar al salón de biología y rendir un examen que definiría una nota de suma importancia en mi desempeño académico, ¿cómo estar pensando en eso? Justo cuando entré al salón, saludé al profesor y tomé asiento detrás de Pauline, me arrepentí de no haber hecho una revisión de último momento. Ya había aceptado mi condena a la horca. El hombre de mediana edad entregó los exámenes por asientos designados y mi mente se nubló como nunca antes al ver las diez actividades impresas sobre las tres hojas en las que constaba la prueba. Pasé el dorso de mi mano por mi frente y no me di cuenta que mi pierna no dejaba de bailar de un lado a otro hasta que alguien pateó el pupitre desde mi derecha. Vi de reojo a un Reece con la cabeza apoyada sobre su puño, aparentemente concentrado y escribiendo. Volteé para sacar el estuche de mis útiles de mi bolso, pero antes de colocarme correctamente otra vez en mi asiento, mi atención se desvió a la persona que estuve pensando toda la semana. Blake no reparó de mi, estaba igual de concentrado que su amigo el ojiverde. Por Dios, ¿yo era la única que no sabía que hacer? Revisé la primera parte del examen y al momento de pasar de página, reparé de un diminuto pedazo de papel doblado a la mitad en una esquina de la mesa. Con extremo disimulo y revisando que el profesor no estuviera cerca, desdoblé el papel y leí lo escrito en él.

Quisiera saber el motivo del porqué no estudiaste. Creo que debes una de tus excusas.

R; x.


***


Fue como recibir una puñalada al corazón al escuchar la campana que indicaba que terminaban los dos primeros periodos de la clase, pero el cuchillo caló con más profundidad en mi ser al saber que por ende, también concluyó el tiempo para hacer el examen. Y sí, unas tres hojas prácticamente en blanco no pondría orgullosa ni a Mary ni Rob, ni siquiera yo me sentí bien al verme a mi misma levantarme de mi asiento con rapidez y extenderle al profesor Darris mis inexistentes actividades. Con prisa, me adelanté al salir del salón como alma que es transportada por el mismo diablo, recordé la nota de Reece y con muchos más motivos para alejarme, apresuré el paso al notar que alguien alzó su voz en mi nombre.

Subí las escaleras hasta la segunda planta del edificio y con lo primero que dieron mis ojos fue con la cabina de la estación de radio, de acuerdo con el cartel rojo encendido deduje que estarían transmitiendo. Me propuse escuchar la radio escolar algún día. Algún día, algún día que no estuviera escapando como fugitiva. Avancé hasta más lejos del auditorio escolar, hasta donde no habían estudiantes y los focos que colgaban del techo parpadeaban en señal de estar por apagarse muy pronto. Divisé a unos metros de mi unas escaleras en espiral y sin saber nada de hacia donde podría conducirme, seguí mis pasos hasta ella. Un ápice de luz se coló en mis campo de visión y noté que esta provenía de una puerta semi-abierta. La curiosidad ganó y me pasé al otro lado.

Definitivamente no esperaba que la escuela tuviera una terraza exterior. Parecía un invernadero al aire libre pero sin el encanto que tiene uno. Era tan aburrido que podría lucir siniestro, y el cielo gris,  las bajas temperaturas que empezábamos a experimentar con mayor intensidad no ayudaba mucho, a pesar de eso, me gustó tomar aire fresco por un minuto. El minuto en el que no fui interrumpida por el azote de la puerta cerrándose.

Hopeless - NHCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora