Sábado, 19 de Noviembre por la madrugada.
Imposible, imposible, imposible.
La estructura del baño se volvió diminuta y el suelo resbaladizo. Me aferre débil a las paredes.
Estaba mareado, confundido, y sobre todo enojado.
Jungkook sabía cómo jugar con mi carácter, y odiaba eso.
¿Recuerdan que les dije que soy malo mezclando mundos, amigos, o cualquier otra cosa?
Bueno, he aquí los resultados.
Me arrastre hasta un cubículo vació y sucio. Muy similar a como me sentía. Incline mi cuerpo y de un sape todo salio expulsado automáticamente por donde entro.
Asqueroso y reconfortante.
El mareo había sido cambiado por un fuerte dolor abdominal.
Y cada vez se ponía peor.
Frenéticamente comencé a mojar mi rostro con agua, cerrando los ojos con fuerza recordando lo anterior involuntariamente.
Preguntas, recuerdos, mil cosas era y no era en ese mismo instante.
Inhale y exhale con fuerza repetidas veces.
— Hey, amigo. —una palmada en mi hombro me hizo sobresaltar. — ¿Estas bien?
Asentí sin habla. Mis cuerdas vocales habían desaparecido. Tal vez también las había vomitado.
— ¿Quieres que te lleve a casa? —pregunto.
— No —hile débil. — Estoy bien Ho Seok.
— Yo me encargare de él. — escuche detrás de nosotros. — Hyung esta conmigo.
Mal, de mal a peor.
Ho Seok observo intercaladamente mi mirada, que no iba a ningún sitio especia, y la de Jungkook que se me clavaba fijo como agujas. Lo sentía.
— Bueno —hablo Ho Seok. — Cualquier cosa me buscas o llamas, Tae. — susurro sólo para mi, buscando mi vista.
Las cuerdas vocales habían vuelto a desaparecer.
Ho Seok abandono el pequeño lugar y Jungkook tras su salida trabo la jodida puerta.
Mire alarmado sus acciones.
«¿Qué mierda?»
Mi mente gritaba peligro, mientras que mis pies se estancaban a la cerámica del piso, inmovilizandome.
— Hyung. —susurro suavizando su mirada. — ¿Esta todo bien?
No, nada esta bien.
— Sí.
Digamos que no conectaba muy bien con mi cerebro.
— Yo —se acerco a mi dando un paso. — Yo...lo que dije...lo que hice...
— Creo que bebí demasiado. — interrumpí sus palabras.
Reí, falsamente, con amargura.
— Creo que estoy algo ebrio, no controlo bien mis sentidos así que tal vez sea mejor que me vaya. —solté rápidamente de una sola vez.
Soy un cobarde, un maldito cobarde.
No dle di tiempo a nada, absolutamente nada. Y puedo jurar que el contenía su respiración, como tomando valor, y presionaba sus puños.
Su rostro se desfiguro con cada palabra que yo soltaba, desentendiendome de todo.
«Es más fácil fingir que nada paso, o echarle la culpa a eventos fortuitos»