La Más Buscada ©

14. Ya deberías saberlo

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¡Mierda! Me duele horrible la cabeza, me prometí a mi mismo tratar de no beber algo para recordar mis acciones. Amanecí por suerte en mi habitación, no se como llegué pero después le preguntaría a Lucas o alguien más.

Me levanté pero un pinchazo en mi cabeza me volvió a derribar en mi cama. Espera, ¿Hoy había clases? Meh, no importa. Después pediría ayuda a Jack aunque probablemente me mate.

Necesitaba una de esas pastillas que podían ayudarme con mi sufrimiento, y no hablo de las otras pastillas mágicas. Hice el esfuerzo inhumano de levantarme y bajar hacia la cocina, busque entre los cajones pero no encontré nada más que utensilios de cocina. La única opción que me quedaba era entrar a la monstruosa habitación de mis padres. Instintivamente mire hacia arriba con inseguridad.

Subí cada escalón avanzando con lentitud, llegué y recordé cuando me pasó lo mismo antes de saber el secreto; debatirme entre entrar o no entrar. Hasta que al fin entre pero me dio el susto de mi vida al ver a una persona ahí, mejor dicho mi mamá.

- Hola Juliette- me sonrió ¿Juliette? Es raro que me llame así-. ¿Deseas algo?

- Tienes pastillas para la resaca- me costó decirlo ya que revelaba que si había bebido y que me fui de fiesta

- Claro hija- buscó entre los cajones hasta que sacó esa pastilla- Ten, cuidate cariño- la tomé dudosa y salí de ahí.

Eso fue raro. Esperaba de ella un regaño o un castigo por beber e irme de fiesta en vez de estar estudiando, pero nada. Camine nuevamente hasta la cocina y tomé un vaso de agua para después tomarme la pastilla. Me sentí hidratada después de una noche llena de alcohol, aunque literalmente bebí pero no viene al caso.

Subí las escaleras con ganas de nuevamente tumbarme en mi hermosa cama pero el timbre de la puerta me hizo detener mi camino. Me regresé de mala gana hacia la puerta

- ¡Voy a matar al que esta detrás de esa puerta!- exclame para después abrirla y encontrarme con Jack- ¡Oh! Eres tú, pasa

Deje la puerta abierta y me tumbe en el sofá, aveces pienso que es más cómodo que mi propia cama. Cerró la puerta detrás de el y se sentó al frente mío mientras me miraba de pies a cabeza.

-¡No me mires así!- exclame y se sobresalto por mi casi grito-. Lo siento, estoy alterada..¿Para que viniste?

- ¿Acaso sabes lo que hiciste ayer?- preguntó

- ¿Tu fuiste el que me dejó sana y salva en mi casa?- me levanté del sofa para sentarme

- No respondas una pregunta con otra

- Que listo- alce una de mis cejas. Suspire mientras relajaba mi rostro-. No, no se lo que hice ni quisiera saberlo. Ahora ¿Respondes mi pregunta?