21. Sus fantasías en la cama

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Me sentía cansada, pero igualmente abrí los ojos pero los volví a cerrar ya que la luz artificial del techo era tan potente que me obligaba a evitar su contacto directo. Miré hacia otro lado recordando lo último que pasó, enfermeros, sangre, más enfermeros, inyecciones, morfina y otros eventos más que olvide. Y..¡Lucas!

Regresé a ver a su camilla, estaba recostado en ella tan quieto y frágil que tenía miedo de que este muerto. Me levanté aún con punzadas de dolor, camine con dificultad hasta él y traté de ver sus signos vitales. Bien, al menos esta vivo.

Observé un cartel al pie de su cama, colgado a la vista del que pasara, me acerqué a paso lento y cuando lo leí sentí como mi mundo se derrumbara. Lo regrese a ver mientras sentía como el dolor me consumía

En coma, eso decía. No podía seguir viendo aquel cartel que tenía dos palabras que me hiciera efecto. Mis lágrimas no tardaron en salir, me importó un comino de que yo estuviera mal así que me acerqué a mi amigo. Aunque sólo con caminar ese tramo desapareció cualquier rastro de dolor

— Tienes que despertar — pedí con la voz quebrada. — Tienes que ser fuerte, por tu familia, por todos y si te da la gana por mi

Y explote, llore en su regazo hasta que me quede sin ninguna lágrima y sólo quedándome con sollozos. Con suerte no llegó ningún doctor ni nadie, por lo que me dio tiempo para desahogarme. ¿Cómo te puede llegar a importar una persona en poco tiempo? Eso me pasaba con Lucas.

Regresé a mi camilla para descansar, de lo torpe que soy y considerando que estoy sufriendo, me golpee mi dedo meñique del pie contra la camilla. Me acosté en esta para reposar mi dolor físico pero me di cuenta de un letrero similar que colgaba también de mi camilla, lo tomé y decía lo mismo. Espera, si yo también estaba en en coma, ¿cuánto tiempo duré dormida?

Salí del trance, me encamine hasta la puerta y por el pequeño vidrio mire hacia una enfermera, era joven por lo que me podía ayudar. Hale de la puerta haciendo que la chica de un respingo.

— Disculpa, ¿será que puedes entrar? — le pregunté. Miro hacia los lados antes de acceder. — Bien, te quería preguntar algo.

— Claro.

— ¿Cuánto tiempo estuve dormida? — pregunté

— ¿Estuviste en coma? — preguntó. Señale el cartel, ella entendió y alzó su vista el cielo tratando de acordarse de aquel dato.— Eres la paciente Martina Gómez, ¿verdad?

— Si.

— Estuviste dos semanas — me sorprendí. — Un chico que visitaba a tu compañero de habitación estuvo acompañandolo todos los días. Y a ti otro chico que me dijo su nombre, era Fernando

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