El incidente del baño

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Después de todo aquello que pasó entre los dos, ya tenían por seguro que nada los separaría, que su protección sería mutua y que aun estando al borde de la muerte, se iban a amar.

Eran una de esas parejas que sí podía decir un "Juntos para siempre", de manera que fuera real.

El hilo rojo del destino los unía, los envolvía y los apegaba. Como las dos almas gemelas que siempre habían sido.

...

Esa mañana, Juuzou yacía dormido sobre el pecho de Uta, ambos cuerpos extremadamente pegados, sin darle importancia al semen que había quedado sobre sus pieles, que por cierto, se había secado.

Estaban desnudos claramente y aun peor, encima de un sillón, recibiendo todo el frío, pero, no importaba, se brindaban calor mutuamente, en un abrazo tierno.

Uta comenzó a levantarse, abrió ligeramente los ojos y se movió con suavidad, recordó la presencia del menor encima suyo y sonrió. Con cuidado de no despertarlo se levantó, mirando el "pequeño desastre" causado esa noche, la ropa regada por el piso, varias manchas de semen en el sofá, lo que eran las piernas de el menor, el pecho de este y la cara, luego se  miró a si mismo, su abdomen estaba cubierto de una ligera capa de la misma sustancia esparcida y seca.

Podía decirse que esa noche si fueron verdaderamente animales.

Rió por lo bajo al recordar aquellas cosas, luego, con sumo cuidado levantó a su novio del sofá, cargándolo en sus brazos hacia el baño, lo sentó en la tina y abrió un poco la llave para que comenzara a llenarse de agua.

Mientras tanto se dispuso a orinar plácidamente en el inodoro.

- ¡Hola! - fue la exclamación que le hizo dar un pequeño salto y al girar, aún orinando, se encontró con el rostro del menor que, antes de cualquier cosa, fue salpicado de orina.

Uta volvió a girarse al inodoro, golpeándose mentalmente por lo que acababa de hacer. Terminó con lo suyo y dirigió su vista a Juuzou, que había cerrado los ojos con fuerza al igual que apretaba sus labios, con las mejillas teñidas de rojo sintiendo la orina resbalando por su rostro.

- ¡Perdón! - se disculpó inmediatamente Uta y volvió a tomar a su pequeño novio en brazos para lavar cuidadosamente su cara.

Al estar "limpio", una carcajada brotó de la garganta de Juuzou, quien ya había ingeniado un plan malicioso.

- Que lindo saludo de buenos días - dijo el peliblanco mirando a Uta, quien se mostraba aun apenado por lo que había hecho.

Uta sonrió levemente y asintió, volviendo a meter al menor en la tina y metiéndose también él.

- ¿Y si me orino en tu cara también? - soltó Juuzou sonriendo con malicia. - Sería lo justo.

Uta ladeó la cabeza confundido y miró como el menor reía a carcajadas y se apoyaba del borde de la tina para sentarse ahí mismo y agarrar su propia intimidad.

Su risa cesó y mirando a Uta a los ojos le fue difícil hacerlo, sus mejillas enrojecieron con rapidez, cerró ligeramente los ojos y mordió su labio inferior, tenía una expresión ligeramente orgásmica y para empeorarlo, soltó un pequeño gemido antes de comenzar a orinar, sintiendo como los ojos de Uta no se separaban de él.

El pelinegro no se molestó ni en cerrar los ojos, la vista que tenía de aquel era malditamente erótica, sintió aquel líquido amarillento y caliente escurrir por su rostro  hasta que terminó y las últimas gotas escurrieron del falo del pequeño.

Este último jadeó un poco y al abrir los ojos y ver a Uta embelesado con la vista y sin cerrar los ojos, gritó de la manera más femenina que pudo haber salido de su garganta y de un pequeño salto tomó la cabeza del mayor y la sumergió en el agua, metiendo también una de sus manos para restregarle la cara sin mucho cuidado.

- ¡Tonto! - gritó nuevamente al sacar la cara de aquel del agua y se acercó un poco más, sintiendo como casi se resbalaba, mandó con algo de agresividad la mano hacia el fondo de la tina, chocando en el trayecto con lo que parecía ser el miembro erecto de Uta - ¡Wahh! ¡Lo siento!

- Ju-Juuzou... - tartamudeó el mayor acercándose al rostro del menor para besarle.

El gesto fue correspondido por Juuzou, aunque estaba sorprendido por ello,

Pronto sintió unas manos apoderarse de su cintura y levantarlo, quedando así sobre las piernas de Uta, acercándose cada vez más a su entrepierna, no le molestó y se dejó llevar, hasta que sintió como su interior siendo penetrado, soltó un grito, separándose de los labios ajenos y luego comenzó a ser embestido con rapidez, tal vez fue demasiado brusco, pero no le disgustaba del todo.

Nunca había sentido a Uta ser tan brusco con él y aunque doliera, dejó que lo hiciera, en medio del cometido, llegó a desgarrarse, pero, con su condición actual, le fue fácil regenerarse.

Gemía sin control alguno, por las brutales embestidas que le eran proporcionadas, no podía no excitarse con lago así, por lo que con rapidez, llegó a correrse, el semen era abundante, pero con el agua, la velocidad de la salida de este disminuyó y los restos quedaron a flote, junto a unas pequeñas burbujas.

Uta continuó embistiéndole de la misma manera hasta que se corrió en el apretado interior del menor.

La verdad se había excitado demasiado, tal vez la orina fuera alguno de sus fetiches... Pero lo cierto era que la vista que había tenido de su pequeño novio, fue una de las cosas más eróticas que había visto y por eso, no le importó tener orines en el rostro o siquiera cerrarlos ojos, había contemplado eso como algo, sin lugar a dudas, hermoso.

Juuzou tenía unas pequeñas lágrimas corriendo por sus mejillas, le había dolido, mucho, pero, amaba a su novio así que no le importaba, abrazó a Uta con fuerza y una sonrisa curvó sus labios.

Uta correspondió al abrazo y aunque el "lo siento" no emergió de sus labios, Juuzou lo entendió.

- No tienes que disculparte -, susurró el peliblanco, como si hubiera oído los pensamientos de aquel - no fue tu culpa.

- Si lo...

- No -, Juuzou rió con suavidad cerca al oído de su pareja - yo te provoqué - susurró besándole el cuello.

Luego, el menor quitó el tapón de el fondo de la tina, con algo de dificultad y volvió a abrir la llave para volverla a llenar de agua.

Uta sacó su miembro del interior de aquel para que se sintiera más cómodo y comenzó a lavarlo, como si de un niño se tratase.

Acariciaba aquella suave y pálida piel, consentía aquellos blancos cabellos y sonreía, ambos sonreían, como si no hubiera nada más hermoso en el mundo que verse mutuamente.

Ambos lavaron el cuerpo del contrario, respectivamente y tiempo después salieron para secarse y de paso limpiar el pequeño "desastre" que había quedado en el piso, se quedaron desnudos un buen rato y comenzaron a correr uno tras del otro por toda la casa.




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TuT Demonios, sé que este fic va a finalizar pronto y, no quiero aceptarlo v': así que haré lo posible por alargar las cosas para aumentar la cantidad de capítulos.

¿Por qué no puedo matarte? | Uta x JuuzouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora