Diecisiete.

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Me hallaba yo acostada en su pecho, ambos estábamos tirados en el pasto era un lugar que no podía reconocer pero era muy bello.

Lo miré mientras él tenía la vista en el cielo azul y sonreí por tenerlo así de cerca, no podía pedir más en esta vida.

- ¿Alguna vez te dije lo mucho que me encantan tus ojos? -. Me dijo sin apartar la vista de las nubes blancas.

- No pero creo que ya me lo imaginaba -. Bromeé y lo abracé tan fuerte como pude.

- Son preciosos, tanto como tú-. Sonrío y esta vez me miró - Te amo...

No dejé que hablara más y toqué suavemente sus labios con los míos, era tan dulce como un algodón de azúcar. Realmente lo amaba

- Y yo a ti-. Le dije en voz baja sin apartarme de su rostro.

- Eri.

- Dime...

- Eres a quien más quiero eso jamás lo olvides, nunca te olvides de mí.

- ¿porqué habría de olvidarte?. Quiero estar contigo siempre.

Se negó a mirarme a los ojos, una gran tristeza de pronto lo ensombreció y su voz parecía cortarse.

- Te amo pero ahora, justo ahora no puedo quedarme.

Me separé de él y tomé un segundo para sentarme, segundo en el que Valentín se había desvanecido como cuando la niebla disminuye su espesor. Y estaba yo ahí sola, sin él ¿a donde había ido?.

No puedo quedarme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora