PRÓLOGO

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No recuerdo si era por finales de marzo y principios de abril cuando le vi por primera vez. Yo iba con un vestido con estampado de flores, el pelo rizado y maquillada con tacones negros.

Estaba en la cafetería Papaya con mis amigas esperando a que salieran los chicos de trabajar para irnos todos juntos de fiesta.

- Oye, voy a irme con Pablo un momento ¿vale? Si aparece mi hermano dile que he ido con una amiga a comprar hielos. - Nadia siempre estaba igual... Le sonreí asintiendo y volví a centrarme en mi teléfono, solo miraba el Facebook e Instagram estando muy aburrida cuando Amanda me tocó el hombro varias veces:

- Mira tía, ahí está el hermano de Nadia... - Dijo señalando con la cabeza a una dirección.

- ¿Ese es? - Dije levantándome de mi silla, me alisé el vestido y fui con una gran sonrisa directa hacia el coche azul que me señaló Amanda. - Hola, ¿buscas a Nadia?

- Sí... - Dijo él mirando hacia dentro de la cafetería.

- Pues se ha ido con una amiga a comprar hielo... ¿quieres que le diga si va a tardar mucho?

- No, da igual - Dijo sin apenas mirarme.

Saqué el móvil y le mandé un WhatsApp a Nadia:

Está aquí tu hermano.

¿Vas a tardar mucho?

No obtuve respuesta inmediata y me quedé ahí, mirándole con una sonrisa de tonta, durante lo que se me antojó horas hasta que se fue. No hablamos mucho pero bueno, me conformaba ya que me gustaba desde el primer día que pisé su casa y vi una foto de él.

- ¡¿Te gusta el hermano de Nadia?! - Me dijo medio borracha Amanda.

- ¡Shhh! Es muy guapo y está bueno... - Dije riéndome y volviendo a mi sitio, saqué el teléfono y seguí aburrida, pensando en ese chico que sin saberlo me traía loca.

Cuando llegó Nadia nos montamos todos en los coches y nos fuimos de fiesta, pasaron horas hasta que, por fin, llegamos a casa de Nadia y nos fuimos a dormir.

Me tumbé en la cama que se me asignó y, joder, no podía creer que estuviera metida en la cama del chico que me encantaba.

Cogí su almohada y sonreí imaginando que era él, fue la primera noche que pude dormir horas de golpe sin tener pesadillas, imaginaba que era él y que me estrechaba contra su pecho dándome caricias por el pelo y el brazo.

Al día siguiente nos levantamos casi a las 4 de la tarde y comimos, yo no podía parar de pensar en él pero no le daba muchas vueltas ya que sabía que nunca se fijaría en mí... O eso pensaba.

Amor Inesperado (Hechos Reales)Where stories live. Discover now