Capítulo 5: Capullo a la vista

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2 semanas después...

Hace 2 semanas que Joan se fue a Jávea y las cosas han cambiado entre ambos, yo cada vez estoy entrando más en un bucle de depresión constante y no porque le eche de menos precisamente... Sino porque me recuerda a mi ex y empiezo a estar hasta las narices.

Estamos en su coche y he decidido volverme distante, fría... porque se está convirtiendo en una relación tóxica y se está volviendo como la anterior, esa de la que me costó mucho salir.

- ¿Qué tal el trabajo? - Pregunto mientras miro por la ventanilla de su coche.

- Bien, hoy he visto a unas niñas con un buen par de tetas. Mis compañeros y yo hemos apostado 5€ cada uno por una edad. Fui a preguntarles la edad, porque esos pechos no eran normales y gané, dije que tenían 14 años.

- Ams... - Me limito a mirar por la ventanilla y poner los ojos en blanco.

- Luego había una chica haciendo toples y se han quejado los abuelitos, he ido a ellas y les he dicho que a mí me alegraban la vista y me ponían contento, pero a los abuelitos no. Así que... - No lo dejo terminar.

- ¡¿A ti qué coño te pasa?! ¡¿De qué mierdas vas?! - Exploto, no podía aguantar más.

- ¡¿Cómo que de qué coño voy?! ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?! - Me grita, lo que hace que mi ira aumente.

- ¡¿Qué quien me creo que soy?! ¡Se supone que tu novia y te hablo como me da la puta gana! - Le miro directamente, desafiante.

Mi pecho sube y baja a rápida velocidad igual que el suyo, noto como me arde la cara y supongo que me estoy poniendo roja de ira, mis ojos deben estar con las pupilas dilatadas.

Él no tiene valor a mirarme, yo sostengo la mirada para desafiarle y ver si tiene huevos a levantarme la voz de nuevo. Como sospechaba, no tiene huevos y se queda callado todo el trayecto.

Llegamos a mi casa y me fui sin despedirme siquiera, esto ha llegado demasiado lejos y ha sido culpa mía que yo ahora esté así de destrozada de nuevo por los recuerdos, tiene que acabar pero no quiero dejarle por teléfono.

Al día siguiente...

Hoy Nadia me ha dicho que si queremos ir al río con su hermano y el mío, a lo que he accedido sin pensármelo dos veces.

He ido después de comer a su casa y nos ha recogido con el coche, enseguida me he sentado delante porque, aparte de que me mareo yendo detrás, tenía muchas ganas de estar cerca de él.

Alargo la mano y toco el mapache que tiene en el retrovisor.

- No toques las cosas de tocar... - Me dijo éste con los labios apretados en una fina línea y mirando para arriba.

Yo me reí y seguí jugueteando con el mapache, me encantaba que me hablara y haría todo lo que pudiera para que me hablase toda la tarde, fuera como fuese.

De camino al río no parábamos de jugar el uno con el otro, cuando no le chinchaba yo me chinchaba él. Empezó a hacerme el avestruz, que consistía en juntar todos los dedos formando un pico y darme en todo el cuerpo.

Me sacaba de quicio y no podía parar de reír a la vez, así que hinché mis mofletes y seguimos así... tonteando todo el camino.

Llegamos y, cuando descubrí que el río cubría, no quise meterme en el agua porque no sé nadar.

- Creo que en el coche tengo una barquita hinchable. - Dijo metido en el agua.

Yo no podía parar de mirarle pero tenía que centrarme en otras cosas, olvidaba que aún salía con Joan y me fastidiaba mucho recordarlo.

Amor Inesperado (Hechos Reales)Where stories live. Discover now