Capítulo 13: Aborto

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La familia de Hugo no se ha tomado bien la noticia.

Hoy me he enterado que su madre le dijo, antes de quedarme embarazada, que me quedaría aposta para sacarle dinero.

Desde que empezamos a salir me han rechazado porque ellos "tienen dinero" y yo no.

Vale que en mi casa el dinero sea escaso, solo cobramos prestación mi padre y yo, vale que el dinero de mi padre no lo vemos porque pagamos la casa y poco más, vale que mi dinero tampoco porque debemos pagar más facturas y he de poner mitad para pagar el piso y vale que apenas comemos pero ¿quién se creen que son para rechazarme y prejuzgarme sin conocerme? Ahora mismo estoy que trino, me han llamado muerta de hambre y mantenida...
Esto no es justo, ni siquiera me conocen, solo se han dejado comer la cabeza por Nadia.

Desde que hemos dejado de ser amigas no ha parado de decir que si soy una zorra, que voy a utilizar a Hugo, que soy una muerta de hambre...

Llegó a decirle a Hugo que se fuera con una prostituta porque lo querría y cuidaría más que yo...

Estamos en casa de Hugo y su madre no para de parlotear, yo me dedico a asentir constantemente.

- ¿Y qué piensas hacer? - Me dice sentándose.

- Yo quiero tenerlo - Digo segura.

- ¿Y tú, cariño? - Dice mirando a Hugo.

- No lo sé, mamá - Dice llorando.

- Es que ninguno tiene trabajo, a esa niña tal vez no le falte comida pero va a sufrir muchas carencias - Dice mirándome.

- Carencia afectiva seguro que no - Digo casi susurrando.

No quería decirlo, ha salido solo y no me apetece discutir con esta mujer, solo quiero limitarme a estar callada asintiendo.

- Ya, me refiero a que si quiere un juguete no lo va a poder tener al momento - Dice aclarando de qué habla.

- Ah... Ya...

- Me hace mucha ilusión que me hijo me haga abuela, pero... - Se calla un momento.

Pero que sea yo la madre no.

Añado mentalmente.

- En estas circunstancias no - Dice después de un momento callada - Piénsatelo bien, esto no es solo decisión tuya, de él también aunque vas a hacer lo que quieras, al fin y al cabo.

Nos marchamos a casa de Hugo, ninguno de los dos habla hasta que llegamos.

- Bueno... ¿Qué vas a hacer? - Me pregunta.

- Supongo que abortar... - Digo casi llorando.

- Es que no tenemos dinero, ni trabajo...

- Ya, no quiero que pase lo que estoy pasando yo... - Digo seria con la cabeza gacha.

Me echo a llorar porque la decisión que había tomado se estaba desvaneciendo.

3 días después...

Hemos ido a planificación familiar para que nos apunten en la lista de espera para abortar.

Al final voy a hacerlo... Estoy muy destrozada, llevo días llorando sin parar, sin apenas poder dormir.

Yo no quiero hacerlo, pero tanto repetirme la madre de Hugo, que va a sufrir muchas carencias y que su hijo va al gimnasio y que quiere ser bombero, me hace sentirme como una egoísta por querer tener al bebé sin darle opción a que decida Hugo.

¿Qué voy a hacer con la cartilla de embarazo que ya han hecho para mi hijo/a? Estaba muy ilusionada e incluso iba a ir por la tarde con mi madre a ver ropa de premamá.

Estoy muy triste y no puedo parar de llorar, yo no quiero hacerlo pero he de hacerlo por Hugo.

No quiero arruinar su futuro.

1 semana después...

El viernes me llamaron de la clínica, delante de Hugo no he llorado, me hago la dura... En mi casa, la historia cambia.

Estamos en la sala de espera para que la doctora me vea, primero paso por una psicóloga y luego por quirófano...

Los nervios me matan, solo hago más que llorar y llorar en esta clínica.

- Mía, pasa aquí dentro, quítate toda la ropa y ponte está bata junto a estos calcetines, por favor.

- De acuerdo... - Digo en voz baja, con una sonrisa apagada.

Mi corazón va a mil por hora, mi cabeza da vueltas y me tomo mi tiempo para calmarme antes de pasar a quirófano.

La bata parece de papel y los calcetines también, son de color azul verdoso.

El suelo está frío, todo es frío aquí... Todo es de color crema y, al lado de la camilla, hay una mesa metálica con todos los utensilios que van a utilizar conmigo.

Hay 3 jeringas, 1 especie de lija y un tubo conectado a una máquina con botones.

- Súbete a la camilla con las piernas a cada lado y el culo lo más para fuera posible.

Me subo a la camilla y obedezco.

- Esto es muy rápido y sencillo, en nada estarás fuera.

- De acuerdo... - Digo llorando.

La enfermera empieza a esterilizar los utensilios y yo me incorporo.

- No, debes permanecer tumbada - Dice la psicóloga.

Vuelvo a incorporarme y ésta me tumba.

Empiezo a agobiarme y solo quiero salir de aquí, irme a casa y tener a mi bebé.

- No puedo hacerlo... - Digo con la voz rota.

- Claro que puedes - Me dice la psicóloga mientras intenta tumbarme.

- ¡Espere! ¡He dicho que no puedo! - Empiezo a gritar y sollozar.

La psicóloga de sienta y manda a la doctora que me dé dos pastillas.

- Tómatelas y ahora hablamos.

- No pienso tomar nada - dije llorando.

- Abre la boca, no es nada malo, tranquila.

Abrí y me las metieron bajo la lengua, sabían a menta y supe que eran para evitar el ataque de ansiedad que me iba a dar.

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Amor Inesperado (Hechos Reales)Where stories live. Discover now