Invasion

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Todo empezó en una noche del 11 de abril; yo y mi familia estábamos afuera, disfrutando de la bella noche. Llena de pequeños puntos blancos, realmente magnífica. Mi padre y mi primo reían sin parar mientras tomaban cerveza, estábamos disfrutando aquel momento. Una linda noche familiar, sin duda. Yo miraba las estrellas, me sentía embobado por aquel cielo cubierto de destellos. Precioso... la única palabra que podría utilizar para describir el hermoso cielo nocturno.

De pronto, algo raro comenzó a moverse allí arriba. Bueno, en realidad eran varias cosas moviéndose. Eran luces de colores, pequeñas y muy brillantes, parecían diamantes diminutos en el cielo. Azul, verde, rojo, mucho rojo. ¿Acaso eran fuegos artificiales? Las luces cada vez se movían más rápido y formaban líneas extrañas. Un entusiasmo recorrió mi cuerpo, estaba deleitado por aquel espectáculo.

-¡Miren!- Grité hacia mi padre y mi primo.

Era realmente hermoso, pero todo ese deleite empezó a desvanecerse lentamente cuando aquellas luces comenzaron a acercarse. Me recordó un poco al famoso caso de "Las luces de Phoenix" del año 1997. Soy bastante crédulo en lo que respecta al tema de ovnis; comencé a preocuparme, y dije:

-¿No serán ovnis?- Pregunté en tono burlón (para disimular mi preocupación) hacia mi primo, ya que él no creía en aquellas cosas.

-No digas estupideces.- Exclamó mi padre escéptico.

-¿Ya tenías que arruinar el momento?- dijo mi primo, un tanto molesto.

"No me creen", pensé. Pero sabía que algo andaba mal, esto no era común.

Un ruido grave y fuerte venía desde el cielo, era como una bomba dentro de un galpón. Sentía una vibración realmente intensa acompañada con aquel extraño ruido, y ahí fue el momento en el que noté que mi padre y mi querido primo, comenzaron a preocuparse. Ninguno decía nada. Estábamos callados como tumbas. La gente del barrio salió a curiosear, cómo no. Mi perro ladraba como loco, no paraba de moverse, estaba completamente histérico. El miedo me consumía, tenía la piel de gallina, los pelos se me pusieron de punta al instante. Las luces extrañas se acercaban cada vez más y más a tierra, el cielo estaba cubierto por ellas, era como una lluvia de aquellas luces.

Mi padre y mi primo corrieron hacia la casa, yo por el contrario, quedé paralizado allí afuera. Cuando las luces se iban acercando, noté que no eran simples destellos, sino que eran como pequeños satélites, pero de una forma bastante curiosa. Sin duda, parecía una escena de "Guerra de los Mundos". Raro, ¿no?

Aquellos artefactos no identificados empezaron a aterrizar en todos lados. Uno bajó a muy pocos metros de donde yo estaba. Pero me armé de valor y me acerqué a el. Con algo de nerviosismo, me puse cerca de esa cosa. Quise tocarla, pero mis oídos detectaron un pitido agudo insoportable. Sentí náuseas, y por poco casi me desmayaba. Me di cuenta que eso que fuera, no era bueno. "¿Radiación tal vez?", pensé. Por otro lado, mi familia gritaba desde adentro de la casa, diciéndome que entrara de una buena vez. En eso, escuché a mis vecinos gritando como locos y desesperados. Entré en pánico. No lo pensé dos veces, y me metí a mi hogar.

Mi padre, mi primo y yo, empezamos a contener la puerta principal con los muebles y los sillones, sólo por las dudas, mientras mi mamá y mi hermana trataban de cerrar las ventanas.

Pánico. Pánico y miedo, era todo lo que podía sentir. Los ruidos de afuera asustaban de una manera increíble. Pero entre medio de aquel caos, noté que a mi perro le sucedía algo. Su pata delantera izquierda le dolía. El pobre se quejaba y lloraba del dolor. Fui hacia el y comencé a observar. No veía nada, pero mi mascota sufría por aquel dolor.

-¡Pero, qué te sucede!- Exclamé asustado esperando una respuesta de mi perro, la cual sabía que no iba a obtener.

Me preocupé aún más cuando noté que de sus ojos y de sus orejas salía humo. ¡Humo! Empecé a llorar de la desesperación, pero nadie parecía prestarme atención ni ver lo que sucedía.

-¡¿No ven que al perro le sucede algo?! ¡Por culpa de esas mierdas!- Grité enojado, con lágrimas en los ojos. -¡Escúchenme, maldición!

Desperté agitado... estaba cubierto de sudor. Cegado por la oscuridad, levanté mi cabeza. No veía nada. Agarré mi celular y vi que eran las 4 de la mañana. "Fue un sueño", me dije a mí mismo en mis adentros.

-Sólo un sueño.- Susurré.

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