Lo peor que podía pasar no era perder mi trabajo, ni siquiera que me echaran de mi casa por no pagar la hipoteca, no, lo peor no era quedarse sin comer, sin techo, sin amigos ni familiares, sin mascotas. Lo peor era seguir así.
Son horribles, son lo peor que pude haber imaginado. Siempre apareciendo cuando menos lo espero, tomándome por sorpresa justo en el instante en que bajo la guardia. Y es que ya no puedo dormir. Me asalta por las noches en un cabeceo. Hoy me encuentro exhausto. Al borde del colapso. La falta de sueño me impide concentrarme, me impide vivir. Escribo hoy estas líneas sabiendo que no sobreviviré ni un día más. No puedo suicidarme, no soy capaz. La tortura a la que estoy sometido no puede prolongarse. Mi cuerpo ya no la tolera.
6 meses ha pasado desde que comenzó todo.
Un día normal para un individuo normal con una familia normal: esposa, un hijo pequeño, una casa, un perro. Salí a trabajar a la misma hora, al mismo lugar de siempre. La misma rutina de alguien promedio con un trabajo promedio.
La rutina es algo que siempre me inquietó, pues he sabido que es mala para cualquier persona. Se estanca uno en la rutina y la vida pierde el sentido. Todo se vuelve gris y el alma se va pudriendo por la monotonía.
Ese día algo me dio lucidez en todo este asunto. Me pregunté a mí mismo si era mi vida una rutina. Y claro que lo era. El saber la respuesta me frustró. Yo pensé que era feliz, pensé que estar siempre haciendo lo mismo, tener estabilidad y nunca tomar riesgos era lo mejor. Eso me inculcaron desde pequeño.
Sin embargo los riesgos que personan exitosas toman todos los días provocaban que ellos fueran así, exitosos. Y yo ambicioné serlo. De pronto mi humor cambió. Mi trabajo me pareció una mierda, mi casa una pocilga y mi familia una carga.
Al día siguiente tuve la certeza de saber lo que tenía qué hacer. Tenía que dejar todo atrás, incluso a mi familia. Así que comencé a trabajar más duro, para sobresalir, y lo hice, fui ascendido rápidamente, aprovechando una vacante de la dirección que recientemente quedó disponible por deceso. Al pobre tipo ni lo conocía, murió en un accidente. Los frenos de su auto fallaron y se fue a un barranco. La compañía donde trabajo no paró sus operaciones por ese incidente y se fijaron en mí para cubrir ese puesto.
Ya las cosas mejoraban, sin embargo, esa pocilga que tenía por casa no me parecía estar a mi altura. Y las cosas una vez más estuvieron a mi favor. La casucha fue consumida por un incendio y el seguro me pagó una buena suma. Compré una mejor casa con un buen financiamiento. Ahora me sentía mejor, más satisfecho.
Dejé de ver a mi familia y me concentré en mi trabajo, pero sabía que no podría ser exitoso estando sujeto a esa carga. Así que empecé los trámites del divorcio. Mi pareja me pedía muchísima pensión y no me negué. Así que los trámites fueron rápidos.
Sin embargo, una noche, unos asaltantes entraron a la casa de mi exmujer y la asesinaron a ella y a mi hijo. Fue muy duro para mí. Pero me sobrepuse y me dediqué a trabajar más y más.
Y me sentía lleno y preparado para el éxito. Toda mi vida pasada fue eliminada. Sabía que mi vida futura estaría llena de éxitos, incluso se rumoraba que yo estaba siendo considerado para ocupar el puesto del vicepresidente que murió por una intoxicación mientras comía.
Toda la vida me sonreía. Hasta esa maldita noche. Un día muy bueno, me avisaron que sería el nuevo vicepresidente y celebré por eso. Era un logro más en mi nueva vida. Me fui a la cama temprano para estar lleno de energía al día siguiente. Pero en vez de un sueño reparador, las malditas pesadillas comenzaron a acecharme. No me dejaban y no me dejan dormir. Todos los días, cada vez que cierro los ojos, están ahí, siempre.
Un tormento en sueños, eso es lo que es, lo perdí todo por culpa de las pesadillas, es lo peor que me pudo pasar. Los desvelos, la falta de concentración y la baja productividad hizo que me despidieran, y luego las visiones. Las atribuyo a la falta de sueño pero sí, ahí se aparecen, de repente, siempre que estoy distraído. Hoy sé que moriré porque cada vez las veo más cerca. No puede significar otra cosa que mi fin.
Y a punto de finalizar estas líneas que nadie jamás leerá, puedo verlos, ahí parados sin hacer nada los miembros mudos de mi vida pasada, aquellos que sacrifiqué para ser exitoso: el antiguo director, muerto en aquel accidente, le fallaron los frenos, los que me encargué de estropear; mi familia, muerta con mis propias manos, una carga que debía quitarme de encima; y el vicepresidente de la compañía, el que se intoxicó con las nueces molidas que puse en su comida y a las que era alérgico. Todos me miran con ojos vacíos, no dicen una palabra pero se acercan cada vez más.
Ha sido lo peor, mi conciencia me obliga a estar con ellos y es un infierno estar así, encadenado a mi pasado y ser atormentado por los remordimientos. Moriré y estaré con ellos, para siempre...
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