Cap. #28
"Vamos a la rueda de la fortuna." Agarrando la mano de Kendall.
Trate de avanzar pero él se mantuvo rígido, quedando congelado en su lugar. Su mirada inclinándose hacia arriba a la parte superior del juego. Los niños pequeños saludando felices a sus padres que miraban desde abajo.
"¿Qué pasa?", Le pregunté.
"¿Estás segura de que no quieres ir a alguna otra cosa?" Él miró alrededor.
Se movió girando sobre sus pies, su mirada fija en mí. Una mirada pasó por sus ojos que yo no había visto antes. Le sonreí mientras él me siguió mirando.
"¿Tienes miedo a las alturas, Kendall?" Le pregunte.
Tenía la mandíbula apretada.
"No, yo no tengo miedo.", Protestó. " Solo no estoy cómodo con estar tan lejos del piso." Gruñó él, haciendo un gesto a la altura de la rueda.
Yo no podía dejar de reír. Pero pronto quede en silencio mientras miraba al chico hermoso parando frente a mí.
"Marie.". Kendall advirtió.
"Está bien, voy a ir sola."
Empecé a caminar, yendo a la cola antes de oír a Kendall dejar escapar un exasperado bufido. Me asomé a él, su mandíbula seguía apretada.
"No." Él respondió apresuradamente. Lo vi soltar un suspiro y cerró los ojos. "No vas a ir sola."
A veces, su natural instinto sobre-protector era muy útil. Él me observó atentamente en cuanto agarré su hombro, parándome de puntillas.
"No te preocupes. Voy a tomar tu mano, si quieres. "
"Ugh, deja de molestarme.", Se quejó mientras me reía.
***
"El peor juego de la vida." Kendall gruñó.
"Podrías haberlo disfrutado si no hubieras pasado todo el tiempo con los ojos cerrados. La vista era increíble. "Sonreí.
Me negué a escuchar sus quejas, algo atrapando mi vista detrás de donde estaba Kendall.
"Vamos." Le agarre la mano.
Nos detuvimos bruscamente en un puesto de diversiones.
"Esa tortuga es mía." Enfoque la mirada en el juguete de peluche.
Kendall se reía mientras le entregaba un par de monedas a la operadora.
"Me encantara ver esto.", Bromeó.
Me gustaría demostrar que estaba equivocado. El hombre detrás del stand explicó que necesitaba derribar las tres latas apiladas en la parte trasera. Me dieron tres bolas verdes. Mis primeros dos disparos fueron frustrantemente cerca, justo rozando las latas. Kendall me miró con una sonrisa antes de que derribara dos de los molestos obstáculos para mi premio.
"¡Oh, vamos!"
Kendall se rió.
"Tengo la precisión, sólo me falta la fuerza." Murmuré.
"Déjenme intentar.'' Kendall habló, tocó mi cadera moviéndome fuera del camino.
Vi a Kendall derribar las tres latas con la pelota que quedaba. Se volcó hacia mí, con una sonrisa satisfecha en su rostro.
"Yo las afloje para ti." Hablé.
"Sí, sí, claro". Me entregó la tortuga que había ganado.
"¡Gracias!" Dije, inclinándome hacia arriba para presionar un beso en su mejilla.
Estábamos a punto de irnos cuando una madre y su hija pequeña se acercaron a Kendall. La niña se aferró a la mano de su madre, escondiéndose detrás de sus piernas mientras miraba a Kendall con la boca abierta.
"Lamento molestarlo, pero a mi hija realmente le gustaría el oso de peluche de allá". Ella señaló al oso que estaba adornando un moño rojo. "Pero yo soy inútil en estos juegos." Susurró despreocupadamente. "¿Te importaría intentar por ella, por favor?"
"Claro." Kendall sonrió.
La mujer le entregó dinero a la operadora antes de darle las tres bolas a Kendall otra vez. Me quedé con ellos y mirando como Kendall mostraba su destreza, las tres aplaudiendo cuando las latas se cayeron. Se volcó sonriendo, inclinándose a la altura de la niña pequeña.
"Ahí tienes cariño." Kendall sonrió pasándole el oso.
"¿Qué se dice?" Instó la madre.
"Gracias." Hablo la niña en voz baja.
"De nada".
Mientras Kendall se puso de pie, la madre le agarró el antebrazo.
"Muchas gracias". Habló en voz baja.
Él le asintió con la cabeza, mostrando sus dientes. Kendall tomo mi mano, alejándonos de ellas. Miré hacia atrás para ver a la niña, su nuevo oso abrazado con fuerza contra su pecho.
"Eso fue muy dulce de tu parte." Le dije.
Él murmuró en respuesta, con la cabeza hacia abajo. Pero me di cuenta de que tenía las mejillas ligeramente teñidas de color rosa.
***
Oí a Kendall maldecir mientras sacaba el teléfono sonando de su bolsillo trasero. Sus grandes ojos verdes mirando a la pantalla, obviamente reconociendo el nombre de la persona mientras una leve sonrisa se extendió en sus labios carnosos. No siendo capaz de darle una mirada desente. Mi boca se movió antes de que mi cerebro pudiera procesar la situación.
"¿Quién es?"
La cabeza de Kendall se acercó, sus grandes ojos verdes fijos en los míos. Era evidente que no estaba preparado para mi pregunta.
"Umm .." él luchaba por responder.
"No hace falta que me digas, sólo tengo curiosidad." Hice una pausa, sin dejar de mirar a Kendall, el teléfono sonando entre nosotros. "E-es sólo que siempre pareces tan feliz cuando te llaman, que sólo me preguntaba .." Me interrumpió en voz baja.
"Es un viejo amigo." Asintió casi como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo.
"Oh, ok." Me mordí el labio.
Él contestó la llamada, rápidamente diciéndole a la persona misteriosa que esperara, antes de mirarme.
"Necesito que te quedes aquí." Ordenó. "Lo digo enserio Marie, no te muevas".
Su severa mirada clavada en mí en el acto.
"Está bien." Le respondí, agitando mi mano indicándole que vaya.
"Voy a estar de vuelta en un minuto. No deambules por ahí ".
Su necesidad posesiva de mantenerme a salvo a menudo lo llevaba a tratarme como a un niño. Yo sabía que sólo me estaba cuidando, pero su constante proteccionismo había comenzado a ponerme nerviosa últimamente. Lo vi alejarse a través de las muchas personas que asistieron a la feria. Sostuve mi tortuga bajo el brazo mientras miraba hacia atrás. ¿Es que no confiaba en mí? Yo animadamente señale el lugar en el que estaba parada, pronunciando "aquí". El teléfono pulsado ahora al lado de su cabeza, su dedo en la otra oreja mientras trataba de bloquear los ruidos de atracciones circundantes. Yo sabía que él estaba molesto cuando sus cejas descendieron, frunciendo el ceño. "No te burles de mí." Me dijo con la boca.
Esperé a Kendall, balanceando las piernas en el gran stand sin usar al que yo me había subido. Mis dedos arrancando pedazos del algodón de azúcar que Kendall me había comprado, metiéndolo a mi boca y dejando que el azúcar se derrita en mi lengua. Sonreí mientras los niños pequeños pasaban con globos agarrados con fuerza en sus pequeñas manos. Yo estaba muy contenta mirando a la gente hasta que una voz me sacó de mis pensamientos.
"¿Estás sola?"
Me volqué para ver a un grupo de chicos más jóvenes. Parecían de unos quince o dieciséis años, algunos con sus capuchas puestas mientras me miraban fijamente. Me sentía incómoda bajo su mirada. Eran el tipo de grupo por el que cruzas la calle para evitar caminar por el mismo camino que ellos.
"No."
Volqué la cabeza, esperando que entendieran la indirecta y siguieran caminando. Pero mi corazón se latiendo más mientras seguían a haciéndome preguntas.
"¿Está segura?" Uno de los más altos habló.
Había un montón de gente pasando alrededor, mis ojos todavía en busca de Kendall. Desvié mi atención de nuevo a los chicos, sus sonrisas lejos de ser amistosas, mientras esperaban mi respuesta.