Uno.

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— ¡Vamos, Ross! —exclama Jared desde el lago con entusiasmo.

«¿Cómo es que siempre termino en cosas así?»

Como cada fin de semana, nuestros padres se reúnen para hacer barbacoa o cualquier comida nada saludable (no es que me queje). Esta vez tocó en la casa de la tía de Jared, quien vive en las afuera de la ciudad y cerca de su casa hay un lago.

Y a Jared se le ocurrió que ya estábamos grandes y podíamos nadar en el enorme lago, además sería divertido. Llevo media hora acá intentando recordar por qué es una buena idea, es un lago enorme y profundo, podríamos morir ahogados, sin mencionar la cantidad de peces y cosas que habitan allí. Me estremezco al pensar en eso.

— ¿Está helada? —vuelvo a preguntar mirando la orilla. Se podían ver los peces nadando ahí, cabe destacar que me aterran los peces.

— Solo un poco. —es su respuesta mientras ríe encogiéndose de hombros. Por un momento me pierdo en su risa y sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa aparece en mi rostro.

— Bien. —murmuro para mis adentros, tomo una profunda respiración y corro hasta lanzarme al agua.— ¡Por dios, está helada!

Jared suelta una carcajada y se dirige hasta donde me encuentro. Mi ceño se frunce y él vuelve a reír.— Si te decía que estaba helada, no entrarías, además, estás conmigo, nada te pasará.

— Tonto, no sé cómo te soporto. —ruedo los ojos y él sonríe, de nuevo esa bendita sonrisa.

— Porque me amas. —suelta como si nada y me paralizo por un momento. Sacudo la cabeza, sonrojándome al instante y para distraerlo le lanzo agua con mi mano. Él ríe tomándome sobre sus hombros y me gira.

— Jar, me caeré. —me aferro a su cuello y él vuelve a reír. «Basta, no puedo pensar con esa linda risa»

Y aquí estoy, sonriendo como boba sin disimulo alguno por mi mejor amigo.

Soy Rossie Fosters y él es Jared Wesley, mi mejor amigo. Conozco a Jared desde que era un bebé llorón, nuestros padres son amigos desde la universidad y crecimos juntos. Guardería, jardín de niños y primaria juntos. Fiestas de cumpleaños, excursiones familiares, reuniones, festividades, todo.

Conozco cada parte de su vida como él de la mía, lo he visto comerse los mocos, cuando se caían sus dientes y hasta babear por chicas.

Conozco sus manías, su miedo nada normal a las arañas y su comida favorita, sus equipos deportivos favoritos y la banda musical que le fascina.

— ¡Algo tocó mi pies, Jar! —suelto un grito y me aferro a su espalda. Ni siquiera puedo ver el fondo del lago, podría ser un simple pez o un cocodrilo, uno nunca sabe. Me estremezco imaginando un cocodrilo bajo nuestros pies. Él frunce el ceño y luego sonríe.

— Es sólo un pequeño pez. —explica y gira un poco su rostro sonriendo al ver que no lo suelto.— ¿Cómoda?

Lo suelto como si quemara y me sumerjo para que no vea mi sonrojo. Salgo a la superficie cuando considero que estoy de mi color natural. Debo ser menos obvia.

— Vamos, pequeña. El sol se está escondiendo y nos deben estar esperando para la cena. —comienza a nadar hasta la orilla y lo sigo rápidamente. Al salir, tomo la mano que me ofrece y nos colocamos los zapatos para dirigirnos a la casa de la tía de Jared.

Tal vez, en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora