Veintiuno

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—¡Paren esta mierda, joder!— el grito de Liz nos hace soltar una carcajada.— ¡Imbécil, te voy a castrar!

Freno mi caballo y vuelvo a reír. Su cara de susto no es normal y el hecho de que su caballo esté corriendo como loco, lo hace más divertido.

Bien, los abuelos de Matt tienen una casa cerca de un lago, en el campo al sur de la ciudad. Y fuimos invitados a pasar un fin de semana Jared, Liz y yo.

Los chicos tuvieron la brillante idea de ir a montar a caballo sabiendo que Liz los odia, lo sé, ¿cómo puede odiar los caballos?

Y aquí estamos, viendo como mi amiga grita e insulta a Jar quién hizo que su caballo corriera como loco.

—Hay que ayudarla si no quieres que se enfade.— murmuro.

—¿Enfadada? Pero si está feliz, mira como grita de adrenalina.

—No seas imbécil, ve a ayudarla, Jared.— Matt rueda los ojos. Jared lo observa por unos minutos antes de ir en busca de nuestra amiga.

Un silencio incómodo se crea entre nosotros y me siento tan culpable de esto. Mis ojos encuentran a Liz quien le propina un buen golpe a Jar en su mandíbula y debo morder mis labios para no reír.

Siento la mirada de Matt sobre mi y me hace girar el rostro. Sonrío y él solo observa mi rostro en silencio.

—Perdón, Matt.— bajo mi mirada y pongo en marcha a mi caballo.

Tal vez, en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora