Ocho

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Pateo los barrotes frente a mi por décima vez y fulmino a Jared con la mirada. Él sonríe y vuelve a acariciar al mono.

—Fosters y Wesley, afuera.— el hombre regordete y bigote grueso abre la reja y nos mira mal.

Suspiro aliviada pero al salir al pasillo me encuentro la mirada de reproche de mamá. Trago saliva y camino a paso lento en su dirección con Jar pisando mis talones con su feo mono.

—¡Tía, mira a Floffy!— mi mejor amigo sonríe y mamá le frunce el ceño.

—Están castigados. Y Floffy, irá al zoológico— sentenció mamá.

Fulmino nuevamente a mi mejor amigo y al pequeño animal en sus manos. Observo como el policía regordete sonríe con malicia y con todo el orgullo de un Fosters, le muestro mi dedo medio.

—¡Rossie Mónica Fosters!

Adiós libertad.

Tal vez, en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora