Capítulo veintiocho.

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La campanilla sonó.

—No, no. ¿Cómo lo conoces?, ¿cuál es su nombre?, ¿cómo es?, ¿cuándo llegó?, ¿por qué estaba aquí?, ¿el qué tiene? —El tiempo se acaba, lo ataqué de preguntas, las personas comenzaron a irse en bola, formando una corriente, Axel tenía sujetado a Onix de la mano.

—Llega y se va, pero él es quien escapa, nadie sabe su nombre real, él es un caso especial, tiene varios trastornos, se hace llamar Tres, cabello ondulado, castaño, ojos color hazel, aunque parezcan cafés. —Dice casi gritando, la multitud nos atrae, estoy por llegar a mi celda. Tomo a ambos y los estiro a mi habitación, sin antes decir algo, las puertas cierran.

—Rayos.

—Estamos atrapados aquí hasta la noche para la cena. Genial. —Recalcó la última palabra con sarcasmo.

—Él me acosa. —Susurré sujetando los tubos de fierro. —Mató a mi sobrina, destruyó el matrimonio de mi hermano, amenazó a alguien que realmente me quería, olí un dedo podrido que no sé de quién sea, por él estoy aquí, —Las lágrimas salían sin que se los permitiera. —y sobre todo, intentó violarme. —Solté dolida, sólo me senté en el suelo y sentí como unos brazos me cobijaban.

—No olvides lo que te dije. —Musitó. No sé cuando, pero caí en un profundo sueño. Escuché un ruido cercano a la ventanilla, hizo despertarme, ya no seguía atrapada en los brazos de Axel, pues había quedado a mi lado en el piso dormido y Onix en mi cama. Miré con atención la ventana, se veía tan hermosa la luna. Algo comenzó a salir desde abajo tapando la vista, sentí miedo, era como un arbusto, entonces se vieron unos ojos color café que resaltaron tanto y se escuchó una risilla, comencé a gritar, a patalear, tenía miedo y mucho.

— ¡Tranquilízate, aquí estoy! — Dijo Axel atrayéndome hacia el y comencé a llorar desconsoladamente.

Más allá de los ecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora