Capítulo treinta y dos.

431 78 4
                                    

Una semana y media, y contando, los días parecían no querer llegar, no había visto a Onix ni a Axel desde hace una semana. A pesar de que Axel estuviera en frente de mi.

Todo parecía como antes, no cartas, no acosos, no homicidios, no amigos, no Tres, tranquilamente a la normalidad. Éstos últimos días pensaba en mi mejor amiga, quizá piense que he muerto, y si fuera ella, pensaría lo mismo, levanto mi muñeca y la observo a detalle, por un momento vi como ésta derramaba sangre con una cortada vertical, mi vida habría sido un sueño y mi realidad una mentira.
Me pongo de pie, tenía miedo, quizá todo era que estaba preparando una sorpresa más grande que yo y pudiera dejar caer mis paredes.

— ¿Kaley?

La voz de un hombre hizo voltear, ya no tenía la vista por la ventana, sino por la reja de mi celda, Axel había aparecido. Me bajé de la cama.

— ¿Dime? —Proseguí para sentarme junto enfrente de los barrotes. Antes de decir algo volteó para ambos lados, vigilando que nadie oyese.

—Tenemos que salir de aquí. —Murmuró. No estaba entendiendo que decía, y al parecer lo había notado. —Van a quemar éste lugar. Recibió muchas llamadas Hugo por varias personas, van a quemar el lugar, nos odian, no nos quieren, dicen que no podemos curarnos, que deberíamos morir por ello.

Cerré los ojos y comencé a vagar por el lugar, una salida. Y... ¡Bingo!, pero...

— ¿Cómo sabes?

—Mi padre fue uno de ellos... Ya no tiene fe en mi.

Más allá de los ecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora