Más allá de los ecos

Capítulo cuarenta y tres.

Corro, lo más rápido que mis piernas puedan. Ya no me sentía la niña débil, ahora me sentía con poder y una gran adrenalina con la que podía vencer a cualquier persona. Al llegar, la casa se veía a lo lejos como si hubiese estado en medio de un huracán, mi corazón se aceleró, tenía esa sensación de que algo malo ocurrió; me emprendo a correr más fuerte aún.

Subí los tres escalones de la entrada y me lancé hacia la puerta para abrirla, mi intento fue un fracaso, pues la reacción de no poder haber abierto la puerta, me había llevado al suelo, haciéndome rodar por los escalones. Maldije por lo bajo.

— ¿¡Estás bien!? —Thomas agarró mi brazo, ayudándome a parar.

—Eres una niña tonta, aunque no viva aquí, sigo teniendo las llaves, genio. —Richard introdujo las llaves y la puerta se abrió, él volteó hacia mi y guiñó el ojo.

Al entrar a la sala veo un cuerpo que yacía en el suelo. Mis sentidos habían estado correctos. Entonces, la sala cobró un ambiente de tristeza, desgracia y dolor.

Mi hermano, perdido, tomó entre sus brazos al cuerpo sin vida, el cual ya estaba vacío; suplicando y deseando que sólo fuese una pesadilla, pero la realidad lo mató. Había perdido el amor de su vida, y yo solo sentía que había sido mi culpa.

Llantos.

Me alejé de ahí, me acerqué a la ventana más cercana. Todo esto era mi culpa. Alguien deja caer su mano en mi hombro.

—No, no es tu culpa. —Sonreí, parecía que me conociese de toda la vida, y una lágrima se deslizó por mi mejilla. —Quiero que mires esto... Es importante, estaba debajo de los pies de Ingrid... —Axel me entregó el papel.

Perdona, Kaley.

Sentía como si estuviese de metiche, donde nadie le estaba hablando. Aunque me gusta hacerlo... sí, creo... No sé si a ti te guste también y quieras algún día hacerlo juntos. Piénsalo, mi reina.

Encontrarás las tres flores donde no te lo esperas, busca entre tu "amiga". Quien realmente es una traidora. ¿Sabías que todo este tiempo te engañó, igual que a tu hermano?

Te protegerá Tres.
Amor.