Capítulo treinta y cinco.

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Llegamos a un lugar muy oscuro. No veía con claridad, necesitaba descansar un rato, jadeaba en busca de Axel.

— ¿Onix? —Seguí moviendo mi mano en busca de alguna extremidad de él, puesto que lo había perdido cuando me soltó y realmente, tenía miedo. Algo entre la oscuridad se movió bruscamente como si eso no quisiera ser visto, observé a mis alrededores, silencio, el ambiente estaba hundido en un silencio más profundo que un mar, fue interferido por el sonido de una lechuza. Me quedé quieta, intentaba escuchar algo, quería saber si estaba sola o con compañía. Pero para mí mala suerte, era la segunda.

— ¿Ax...? —Mi sueño comenzaba hacerse real, revivía de nuevo el mismo sueño, y el mismo pasado. Una mano tapó mi boca.

— ¡Shh! No quiero que nos encuentren. — Al saber el dueño de aquellas palabras me quedé más tranquila. Axel me soltó.

Unos hombres alumbraban a donde nosotros estábamos, nos agachamos y volvimos a correr. ¡Mi hobbie favorito! No teníamos un lugar para resguardarnos. Hasta que recordé las palabras de mi madre y no tuve otro lugar en la mente para ir. Nos detuvimos en un estacionamiento.

— ¡Yo conduzco!, ¡Onix y Kaley atrás!

— ¿Cómo encenderás el auto, genio?

Pareciera que el carro estaba hecho para ser regalado a nosotros, de la guantera Axel sacó una llave. El lugar establecido enfrente del estacionamiento se lograba ver una silueta de un hombre que en efecto, tenia cabello castaño ondulado, por un momento pienso en Tres, pero pienso que es una locura que me siga... o ¿no?

— ¿Kaley? —Axel atrae mi atención al camino esperando un lugar a donde ir, Onix y yo vamos a horcajadas, porque Axel no conduce muy bien, pero es el más mayor de los tres, por así decirlo. Le indico a Axel las direcciones y llegamos al punto de destino. La puerta se abre antes de que yo tocase.

—Kaley... No te esperaba. —Miró perplejo Richard a los tres, yo respondí con una mueca.

Más allá de los ecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora