Kelly
No es hasta cuatro horas después de lo ocurrido en el hospital, que atravieso el umbral de la casa. Estoy agotada físicamente, pero sobre todo mentalmente. He sido obligada a repetir lo visto al menos una docena de veces y para diferentes personas, entiendo que no es para menos, nadie comprende lo sucedido y es que si ni siquiera yo que lo experimente soy capaz de entender. Lo peor es tener que dar una explicación lógica. ¿Cómo podría esperar que los demás me crean? Es imposible.
Obviamente, tuve que omitir muchos de los detalles y conté una versión que resultó creíble y que en parte coincide con lo que las cámaras del lugar mostraron. Ellos no encontraron al desconocido, ni rastro alguno y tras comparar mi versión con las cintas, finalmente, optaron por dejarme ir y darme un par de días de descanso. No pude evitar estar de acuerdo con ellos en que no estaba en condiciones de laborar, incluso me costaba mantenerme de pie. Mas que por el golpe o cansancio, por la impresión.
Hace unas horas cuando salí de casa, jamás había imaginado lo que ha pasado. Podría preguntar quien era, pero la verdadera pregunta es: ¿Qué era él? Los vampiros no existen, así que mi mente tuvo que haberme jugado una broma, aunque eso no explica la velocidad con la que se movía y su fuerza. No era un tipo robusto para tirar a Estela como si no pesara nada.
Sin hacer ruido, voy directo a la ducha, escondiendo la ropa manchada de sangre, que definitivamente tendré que desaparecer cuanto antes. Ni siquiera me percate cuando ese hombre me sujeto con sus manos llenas de sangre, manchando mi traje. Me cuesta aun creer que fui testigo de un asesinato y del intento de otro, porque afortunadamente Estela solo estaba algo dolorida y muy confundida.
Observo mi frente, sin encontrar rastros de la herida que sentí y vi un par de horas antes, donde ahora no queda nada de la herida. No es del todo sorprendente, siempre he sanado con rapidez y difícilmente dejan marca. Hoy no ha sido la excepción y esa es otra peculiaridad que sumar a mi lista.
Suspiro envolviendo el albornoz pálido sobre mi cuerpo y salgo de la habitación.
―¿Kelly? ―Oana, nuestra vecina aparece en las escaleras, mirándome claramente sorprendida―. ¿Estás de regreso? ―Sé a lo que se refiere, ni siquiera necesita ver el reloj para saber que no debería estar aquí.
―Buenos días, Oana ―saludo acercándome a ella.
―¿Todo está bien? ―Me mira de pies a cabeza, como si quisiera asegurarse de que estoy bien, incluso veo algo de preocupación en su cara y me pregunto si ha escuchado algo en las noticias.
―Si ―me apresuro a contestar, pero no parece convencida―. Solo que hubo cambio de turno y al final regrese ―respondo evadiendo los detalles y confiando en que no se entere de la verdad. Por lo que sé, pocas veces ve las noticias.
―Ya veo ―dice un poco más tranquila―. ¿Quieres que me quede un rato más?
Lo cierto es que me sorprende un poco que esté aquí a tan temprana hora, pero supongo que no soy la única preocupada con los últimos cambios de mi tía Grace.
Aunque ahora que lo pienso, ellas siempre han actuado como si su amistad llevara años, no olvido que ella es la única persona con la que se ha permitido socializar. Y Oana no ha tenido problemas con hacerle compañía cuando estoy de guardia, especialmente durante las noches.
Curioso.
―No, no es necesario, puedo cuidarla. Muchas gracias.
―Sabes que no tienes por qué agradecer, cariño. ―Me toma de la mano y da una palmadita en el dorso―. Lo hago con mucho gusto, aunque... ―La miro alarmada.

ESTÁS LEYENDO
Contrariedad
VampireNo todos desean la inmortalidad, no todos quisieron convertirse asesinos. Algunos como Marcus Petrie darían todo por dejar de existir.