Sus ojos claros se ampliaron ante su declaración y sus pies se movieron, retrocediendo. ¡Que ingenua! ¿Verdaderamente había pensado por un momento que él era alguna especie de salvador? No tenía idea de lo equivocada que estaba. Dudó, bien podría explicarle lo que debía esperar, hacerle saber cómo eran las cosas en verdad, pero no vio la necesidad. Al menos no de momento. Ella era solo una pieza más, un elemento para conseguir su propósito y si todo resultaba como lo tenía pensado, pronto sería nada.
Además, cumpliría su palabra y le daría una muerte rápida, era lo menos que podía hacer por aquella mujer que había estado mas desesperada rogando por la chica que por ella misma.
―Pero... ―balbuceó, la palidez que debería tener aún ausente, aunque había perdido algo de color―. Tú...
―Basta ―cortó sus argumentos, cansado lo suficiente con el anterior combate como para no lidiar con las ideas equivocadas que tuviera―. No necesitas saber. Lo único que quiero que entiendas, es que ahora soy el único que puede mantenerte con vida, al menos por el momento. Viste lo que hicieron a ella, no será diferente de lo que harán contigo. Así que es mejor que no intentes escapar y tampoco me des problemas.
Los vampiros habían sido bastantes persistentes, no dispuestos a dejarlos ir. Estaba seguro de que ellos no eran gente de Piere y Kaizer, lo que dejaba pocas opciones. Podía ser ese vampiro que su amigo mencionó o alguien más que conocía su existencia, pero tan bien como para saber que no podía morir como la mayoría de ellos.
―Espera... Es que... Esto no tiene sentido ―murmuró apoyándose de la pared. Fue como si sus piernas no fueran capaces de sostenerla. La estudió con atención, no debía confiarse, ella simplemente podía estar fingiendo.
―¿El qué? ―preguntó, aunque no tenía realmente interés.
―Eran... ¿Qué eran... ellos? ―Rápidamente entendió a que se refería y de nuevo se cuestionó sobre su identidad, no podía estar equivocado.
Había notado los pequeños rasguños en sus manos, que tuvo que hacerse cuando la arrojó en aquel edificio, la sangre fue mínima, pero le permitió identificar su esencia. Además, de que en ese instante ya no quedaban rastros de ellos sus manos. Otro signo de que ella no era una simple chica como aparentaba.
―Vampiros ―contestó mirándola fijamente, queriendo medir su reacción.
Ella tragó y murmuró algo sin sentido, antes de encontrarse con sus ojos.
―¿Y tú...? ―¿No lo sabía? Desde luego que tenía que recordar lo que hacía en aquella habitación de hospital, su rostro había tenido rastros de sangres, porque ni siquiera tuvo oportunidad de terminar. Aunque si se aseguró de romper el cuello del hombre, para evitar problemas.
―¿Soy un vampiro? ―Ella asintió débilmente, pero sin perder los estribos, como había esperado que hiciera. Aunque no era del todo indiferente, podía ver los pequeños temblores de sus manos―. Lo soy. Y ahora ellos tienen tu olor, te están buscando.
―¿Por qué?
―No lo sé.
―Pero eres uno de ellos.
Un gruñido escapó antes de darse cuenta y vio su rostro palidecer otro poco.
―No somos iguales y es mejor si no repites eso. Además, no tengo porque mentir. No sé quiénes son, tampoco porque te buscan. Pero no hay duda de que te harán lo mismo que a esa mujer.
―Era mi tía... ―La chica pareció estremecerse y eso le provocó un poco de culpabilidad, que desapareció tras recordarse quien era. No era inocente de ninguna manera, sin importar que se mostrara de ese modo. Muchos habían muerto, no podía sentirse responsable. Demasiado tiempo, demasiada sangre. Era hora de ponerle fin.
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Contrariedad
VampireNo todos desean la inmortalidad, no todos quisieron convertirse asesinos. Algunos como Marcus Petrie darían todo por dejar de existir.