Markus cerró la puerta del auto contemplando la vieja y deteriorada edificación, Osen no había mentido, se encontraba bastante lejos de la ciudad para que alguien que no fuera como ellos se tomara la molestia de llegar a pie; además, de tener aspecto de estar a punto de caer en cualquier momento.
―¿Qué tal? ―inquirió su amigo, dando una mirada alrededor, las ventanas de su nariz dilatándose―. Parece que nadie ha estado por aquí desde la última vez que vine.
Él aspiró, imitando su acción, comprobado su impresión. Percibió el olor de algunos animales, en su mayoría roedores e insectos, pero humanos ninguna, la única huella parecía demasiado vieja que casi no se podía notar.
―Bien.
―Vamos. ―Osen se adelantó, recorriendo la corta distancia, a travesando el marco de la que fuera una vez la puerta principal, o eso pensó.
El sitio era mucho peor por dentro. Las ventanas eran espacios vacíos, el suelo estaba desprovisto de tapicería en la mayoría de los sitios y no quedaban más que pequeños trozos de lo que sospecho fueron los muebles, las paredes tenían marcas de pintura y suciedad.
―¿Viviste aquí? ―habló, rompiendo el silencio, recordando el gusto de Osen por las conversaciones. Él nunca fue un buen compañero, era más de los que gustaba por escuchar que por dirigir las charlas.
―No realmente. Se trata de una especie de escondite, por si acaso. ―Tenía la pinta de ello.
―¿Cómo diste con ella?
―Fue una casona de un hacendado rico, el tipo era un poco excéntrico y compró los alrededores para evitar las visitas. No tenia familia, así que cuando murió la casa quedó sola y decidí comprarla. ―Se detuvo y lo miró―. No te preocupes, esta al nombre de uno de mis empleados. Así que nadie la asociaría conmigo. Por aquí.
Lo condujo hasta la parte trasera y señaló un hueco en el suelo, detrás de una de las pocas puertas que se mantenían de pie.
―¿El sótano? ―Observó con desconfianza, porque bajo sus pies todo parecía ser escombros y rocas.
No era exigente, había estado en lugares mucho peores, pero seguía siendo precavido.
―Si, está mejor de lo que parece, pero para evitar curiosos derribe las escaleras. Hay un par de metros de caída, así que eso también evita a los excursionistas. Vamos. ―Con la gracia y habilidad de un vampiro, Osen se dejó caer en la abertura.
Lo siguió sin problemas, aunque se agacho, listo para un ataque mirando alrededor, en caso de una sorpresa, pero Osen ya se movía acercándose a una de las paredes.
»La habitación se encuentra detrás de esta pared. ―Dio un golpe en ella―. Hay un mecanismo que la mantiene oculta y esta protegida contra derrumbes, aunque eso no nos mataría, sí que resultaría molesto. ―Esperó hasta que estuvo junto a él y movió una pequeña hendidura en el suelo, atento a que él prestara atención. Hubo un sonido sordo y luego la pared cedió, dejando a la vista una puerta de metal―. Acero del mejor ―expresó con satisfacción, señalándole la cabeza―. Ven.
Se sorprendió al comprobar el espacio, totalmente diferente a el aspecto tan deplorable del lugar. había una pequeña mesa, un sillón y lo que parecía una nevera.
―¿Para la sangre? ―Era bastante practico.
―Correcto. Funciona con una batería solar, es bastante útil. ―Osen se balanceo sobre sus pies, frotándose la barbilla como si acabara de darse cuenta no habían pensado en la sangre. Aunque por el momento estaba llenó con la chica del bar, lo estaría por algunos días―. Pediré que te traigan sangre y no me mires así, no puedo estar en todas partes. Darren es de fiar, respondo por él.
―Bien ―murmuró de mala gana, ya que odiaba no tener opciones, pero tampoco se encuentra en una posición donde exigir.
―Tú cama esta por aquí ―señaló la cortina que cubría la pared del fondo, al apartarla vio otra puerta y cuando él la empujó vislumbró un sarcófago, nada como lo que conocía―. Tiene un sistema muy moderno. Solo abre a tu huella, eso impide que durante el día alguien pueda sorprenderte. Deja que lo configure para ti.
Se mantuvo atento, queriendo entender cómo funcionaba. El hecho de que no sintiera curiosidad por el mundo moderno no significaba que no tuviera la capacidad de aprender. Su mente siempre fue ágil, por desgracia, ni siquiera eso lo mantuvo a salvo.
―¿Cuándo quieres a Razen? ―quiso saber, una vez que terminaron―. Creo que debes tomarte un descanso...
―Mañana por la noche, cuanto antes mejor ―explicar al ver su disgusto.
―Bien, puedo pedirle que vaya al bar...
―No. Hay un parque...
―Hay muchos en la ciudad, Markus.
―Lincoln. A media noche.
―Joder. ¿Sabes que siempre hay gente? ¿Estás loco? ¿Al menos te cambiaras de ropa? ―Osen resopló ante su propio comentario―. No tienes ropa, pediré te traigan algo también, aunque el baño.
―Solo arregla que esté ahí.
―Si, si, señor social. Me largo. Cierra por dentro.
No tenia que decirlo, esperó hasta que lo vio subir y luego percibir el sonido del motor alejándose, para cerrar y dejarse caer en el asiento.
No le gustaba la sensación de vulnerabilidad, pero Osen no había mostrado una actitud sospechosa, así que confiaría. Además, estaba tan cerca, podía sentirlo, pero él tenía un punto, debía descansar.
Razen lucia tal como lo recordaba, aunque su ropa y pelo habían cambiado, lo vio entrar al parque y examinar las zonas verdes. No importaba lo que pensara Osen de su aspecto, era justo eso lo que lo hacia pasar desapercibido y la practica ayudaba a ocultar su rastro.
Esperó hasta que se encontró en una zona apartada y cayó delante de él. Los ojos de Razen cambiaron solo un segundo, antes de volver a mostrar aquel tono verde opaco.
―Markus. Me preguntaba, donde jodidos estabas.
No era el saludo más amigable de todos, pero no le importaba.
―Necesito que encuentren a alguien.
El vampiro se apoyo en el tronco del árbol, mirándolo fijamente.
―Algo de eso me ha dicho Osen. Tengo que advertirte que mis servicios son muy costosos y que lo que piden no es nada sencillo. Supongo que no estás enterado, pero hay un vampiro que nos controla, así que apenas empiece a mover hilos pondré atención sobre mí.
―Si pudiera encontrarlos, no te estaría pidiendo nada ―gruñó con malestar―. Además, conocen a brujas, podrían ayudarte.
Razen suspiró.
―Las brujas son caras, pero no he olvidado mi deuda contigo, así que necesito todas las pistas que puedas darme. Si quieres resultados rápidos.
Los quería. Así que le dio los nombres de sus últimas víctimas, las características y lo poco que consiguió sustraerles antes de matarlos. Razen mantuvo su postura y expresión neutra, aunque al terminar hizo una mueca.
―No es mucho, pero... ―Sacudió la cabeza y se apartó del árbol―. Veré que puedo hacer. ¿Qué margen de tiempo tengo?
―Lo antes posible.
―Siempre impaciente. Dame una semana.
―Tres días.
―Jodido infierno, Markus. Nunca me pones las cosas sencillas. Te avisare con Osen y una cosa, ayudaría que cambiaras tu aspecto y no hagas tonterías.
―¿Qué quieres decir?
―Hace una semana hubo varios asesinatos en el puerto. Parece que tenían heridas en el cuello y les faltaba sangre. ¿Te suena familiar? Como te dije, las cosas no son lo que eran y este tipo que está a cargo es un jodido que no admite errores. No pongas una diana en tu espalda, ni en la mía.
Sin decir más, se marchó. Razen no estaba equivocado, había sido él, pero lo cierto era que la sed no paraba, no importaba cuanto bebiera, seguía estando sediento y ese era un mal signo.
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Contrariedad
VampireNo todos desean la inmortalidad, no todos quisieron convertirse asesinos. Algunos como Marcus Petrie darían todo por dejar de existir.