Capítulo 11

175 32 2
                                    



―Se durmió. ―Markus compró las palabras de Dante. La chica se había apoyado torpemente sobre la ventanilla del auto, su respiración era pausada, del mismo modo como el bajo ritmo de su corazón demostraban que no fingía.

Era posible que, a diferencia de él, ella no hubiera dormido casi nada desde el día anterior, lo que explicaba como terminó cediendo al cansancio. Eso era bueno, no tenía paciencia para lidiar con ella, recién la noche iniciaba, pero había demasiado que arreglar.

Examinó sus nudillos, no había heridas, pero tenían algunos rastros de sangre seca, posiblemente había intentado escapar mientras él dormía. De nuevo se preguntó ¿cómo es que podía tener un aspecto tan humano?

El olor de su sangre hizo doler sus encías, estaba hambriento. Sus ojos siguieron el pulso en su cuello, era tan simple inclinarse y tomarla, pero de momento y hasta no confirmar las cosas con Razen no podía arriesgarse a matarla. Su control siempre fue malo, porque odiaba lo que era, pero no solo se trataba de eso, sino de que su dominio estaba desapareciendo. Si no terminaba pronto, se convertiría en un monstruo.

―¿Por qué simplemente no la muerdes y ya? ―Miro la parte posterior de la cabeza de Dante, que mantenía la vista en el camino.

Realmente no importaba a donde lo llevara, porque no conocía muchos lugares y, además, aunque no lo mostrara, se mantenía alerta. Si lo conducía hasta una trampa, estaría muerto antes de que alguien llegara a ellos.

―¿A que te refieres? ―cuestionó estudiando su postura.

Dante era un vampiro relativamente joven, sin experiencia, como la mayoría de los vampiros que tuvo que enfrentar.

―Estás hambriento.

―Puedo esperar ―contestó, sin admitir que en todo caso él era una mejor opción que la chica. Ella debía seguir con vida de momento.

―Umm, supongo. Además, el jefe dijo que te tendría preparado algo, así que supongo que es mejor esa opción. Solo... ―Él calló moviendo ligeramente la cabeza y dándole una mirada de reojo.

―¿Qué?

―No quiero insultarte ni nada de eso, pero... ¿Podrías no hacer el mismo desastre que con la chica de la otra noche? ―Markus le dio una mirada penetrante, claramente entendiendo a lo que se refería y al mismo tiempo que cuestionándose los hábitos de ellos―. Me refiero a ella era muy buena con la boca y así.

―¿Qué?

―¡Ah! Demonios... Lo siento, cuando estoy ansioso me da por hablar.

―¿Por qué estarías ansioso?

―Bueno, amigo... Como dije, realmente no lo tomes a mal, pero te ves un poco escalofriante y tus hábitos alimenticios no son los mejores. Temo que hagas con esa chica lo mismo que con Cleo, la chica de la otra noche. Y es que... morder hasta morir ya no es tan genial, ¿sabes? Nadie quiere que le arranques la garganta. No conseguirás nada.

―¿A qué te refieres? ―Markus evitó hacer un gesto de disgusto, realmente no entendía de lo que hablaba.

―Mira ―dijo volviendo medio cuerpo, haciendo que se preocupara por si terminarían golpeando uno de los autos del frente―. Las chicas se vuelven locas por nuestros colmillos, siempre que uses tu lengua para estimularlas, ellas no protestaran. Incluso si les das una buena follada te dan su juguito sin problemas y lo mejor de todo es que puedes repetir. Así que, si quieres algunos tips o un cambio de estilo, yo podría...

―No estoy buscando encajar ―respondió secamente, cansado de su charla.

Nunca fue una persona que tuviera mucho que decir, pero tras ser maldecido, su silencio aumento. Llevaba demasiado tiempo solo como para importarle socializar.

―Se nota, pero no es lo que te conviene justo ahora, no especialmente si planeas llevar a esa chica contigo. Llamaras demasiado la atención, así que escúchame. Te lo digo como un camarada. No pasara nada si cortas un poco tu pelo y cambias tu ropa. La imagen de vagabundo no es la mejor.

Él lo miró como si esperaba una respuesta positiva, así que lo consideró por un segundo. Quizás tuviera un poco de razón y, además, estaban los tipos que habían tratado de matarla, necesitaba moverse sin llamar la atención.

―Tal vez.

―¡Perfecto! Confía en mí. No luces demasiado viejo, aunque he escuchado que tienes como muchos años... ―Markus se desconecto de su charla, reflexionando sobre contactar con Razen.

Con la chica en su poder y la otra mujer muerta, solo quedaba otro descendiente.

Sintió como si un enorme peso descendiera sobre sus hombros. Intuía que terminar aquello que llevaba tantos años buscando no resultaría nada sencillo. Esos vampiros no eran gente de Kaizer, debía existir otro vampiro que fuera sobre ellas.

―Llegamos ―anunció Dante, entrando en un motel, era un sitio alejado y de bastante mal aspecto. Aspiró, comprobando el olor de Osen y de un par de vampiros desconocidos, suponía de los suyos.

Había otros humanos, pero nadie que parecía sospechoso, eso lo hizo relajarse ligeramente y mirar a la chica, quien acababa de despertar y miraba a través del cristal.

En ese instante se permitió observarla y descubrir que ella no parecía en mejores condiciones que él, su ropa tenía algunas rasgaduras y manchas de sangre, suya y de la otra mujer. Ella también necesitaría un cambio de ropa.

Dante sonrió apagando un motor y apoyo un brazo sobre el asiento.

―Descuida, tenemos todo cubierto. Entra ―señaló la puerta frente a la cual se encontraban―. Yo cuidare de ella, necesitas alimentarte y cambiarte.

La chica hizo un sonido horrorizado, pero no la miró.

―Déjala escapar y...

―Lo sé, lo sé. No soy tan estúpido como parezco. Ve. Osen esta adentro con tu cena.

Debía referirse al par de mujeres que podía olfatear. Eso explicaba los comentarios del chico sobre evitar desastres.

―Recuerda lo que te dije ―habló inclinándose hacia la chica, cuyos ojos ligeramente rojos, lo observaban fijamente―. Soy tu mejor opción, a menos que quieras que ellos te hagan lo mismo que a tu amiga.

―Era mi tía y... no es diferente a lo que tú harás en un momento... Como en el hospital, ¿me equivoco?

Escuchó silbar a Dante, pero lo ignoró y pegó casi su rostro al de ella.

―Huye y no te gustara el resultado ―dijo evitando la pregunta. Le disgustó la idea de que ella hubiera sido testigo, pero eso no debería importarle.

Retrocedió y abrió la puerta, deteniéndose para lanzarle de nuevo una mirada a Dante, que asintió casi de modo imperceptible.

Solo entonces caminó hasta la puerta, no se molestó en llamar, Osen no solo debía esperar por él, sino ser consciente de que se acercaba.

Abrió la puerta, encontrándose a un Osen apoyando sobre un mueble, mirando a un par de mujeres en ropa interior gemir sobre la cama.

Su viejo amigo le dio una sonrisa y señaló a las chicas.

―Espero que sean de tu gusto. ―Sin embargo, ellas lo miraron con aprensión, intercambiando miradas, como si quisieran protestar.

―Es mejor si me aseo primero ―murmuró de mala gana, recordando las explicaciones de Dante.

―Buena elección. ―Asintió tomando una bolsa que se encontraba en una silla y apuntó a la puerta dentro de la habitación―. Ropa limpia y ahí esta el baño. Tiene agua caliente. ¿Alguna de ustedes sabe cortar pelo? Creo que nuestro amigo necesita un buen corte.

―Yo puedo ayudarlo, también con la barba, si lo desea. ―Una de las mujeres asintió.

―Perfecto. Entra. Razen llegara en un rato.

―¿Pudiste contactarlo?

―Él me dejó un mensaje, parece que tiene lo que buscas, así que puedes relajarte un poco, solo no demores mucho. Tenemos demasiado que hablar. 

ContrariedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora