Capitulo veinte.

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Gerard.

Cuando mamá murió, no llore.

Fui un niño valiente, a pesar de que todo el ambiente a mi alrededor estuviera demasiado cargado de tristeza y cólera.

Cuando Mikey murió, tampoco llore.

Supongo que el estar ya acostumbrado a la muerte me hizo más fuerte en ese aspecto.

Incluso cuando supe que papá murió a •manos• de Frank.

Aún así el no merecía ni la mención de una sola de mis lagrimas.

Creo recordar que cuando mi familia murió, mi corazón jamás sintió algo tan absurdo como el dolor.

Ese que cala profundo y te hace querer que te lo arranquen con un cuchillo sin piedad para que pare de retorcerse.

Ese que jamás creí sentir.

Mi grito desgarrador junto con aquellas lagrimas demasiado reales en mi rostro, incluso el empleo de mi presión brutalmente extraordinaria.

Frank, mi salvador.

Mi precioso pura sangre estaba muerto en mis manos.

Lloraba desgraciadamente mientras lo abrazaba a mi pecho y le mecía repetidamente.

Todos querían matarme, ninguno podía acercarse.

Me dolía, mucho.

El corazón me estaba matando.

Se quemaba, cada centímetro de mi piel.

Ahora yo quería morirme también.

"Gerard!!" Pero primero tenía que matar a todos por arrebatarme lo único capaz de poder mantenerme con vida. "Gerard!!, escúchame!!" Le vi a los ojos, estaban cerrados. Sus avellanas jamás volverían a mirarme... Su piel demasiado pálida, no, demasiado blanca. No era ya un color. "Gerard!!!" Mis oídos se destaparon de ese fuerte pitido que me taladraba la cabeza, haciendo que mirase a mi alrededor.

Todos detenidos por una extraña especie de barrera. Una que yo creaba con mi propia presión.

Mi suelo estaba hecho una laguna de sangre.

Que va, era la de mi amado.

"Se ha ido." Dije en un tono muy ligero de voz. "Ustedes le han matado!!" Acuse. Megara sostenía fuerte aquel filo elegante con el que acabó con la vida de Frank, con los dientes apretados y sostenida por una fuerza invisible que le impidió acercarse a acabar con mi vida.

Sé que ella igual estaba sufriendo pero poco me importaba.

Tate, Page, y muchos otros pura sangres estaban igual.

Sus armas en posición, sufriendo la batalla de no poder moverse correctamente.

"Gerard!!!!!!, puedo salvarle!!!" Mis ojos la buscaron entre la gente. Su garganta estaba expuesta, con las arterias y venas de esta resaltadas por la fuerza con la que ejercía su voz.

Linda Iero.

"Que?...." Negué. Mire a Frank...

Si sus ojos pudieran abrirse de nuevo... Si él pudiera verme, y sus manos volver a tocarme...

Podría vivir con una sola de sus palabras por muchos años.

"Puedo salvarle... Déjame ayudarle... Por favor...." Tenía que decidir si confiar en esa vampira era una buena opción.

Me odiaba, no había duda.

Pero Frank era otra cosa para ella...

Posiblemente, aunque no le palpite, le servía el corazón.

Mordisco. >>Frerard<<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora