Capítulo 2

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En el edificio al que me había mudado vivían dos chicas de mi edad en el piso de abajo, me las encontré un día cuando bajaba en el ascensor y ellas entraban por el portal. Al principio sólo nos saludábamos cuando nos cruzábamos, pero con el tiempo empezamos a hablar más y a quedar de vez en cuando. Como mi casa quedaba lejos de las de todos mis amigos, en vez de quedar con ellos casi todos los días como hacía antes, solo quedaba de vez en cuando y con quienes más tiempo pasaba al final era con mis nuevas vecinas que se llamaban Marta y Nely. Al poco tiempo descubrí que eran pareja y que llevaban bastante tiempo saliendo. Nos pasábamos la mayoría de las tardes juntas, porque todas trabajábamos por las mañanas. O ellas me acogían en su casa o yo en la mía y nos dedicábamos a cotillear, a ver series o a ver películas durante toda la tarde. A veces también se pasaba Dani y nos íbamos todos juntos a cenar o a tomar algo por ahí, pero no demasiadas veces ya que a Nely no le caía demasiado bien mi novio.

Un día mientras yo me duchaba y me preparaba para ir con Dani al cine, empecé a sentir ruidos de gente en las escaleras, me pareció raro porque yo vivía en el ático y no tenía vecinos en mi rellano. Como Nely estaba en mi casa para ayudarme a vestirme, maquillarme y peinarme (porque era genial en todo eso, mientras que yo era un desastre) le dije que mirara por la mirilla a ver qué era lo que hacía tanto ruido fuera.

— ¡Sofi! — gritó como una loca mientras yo estaba medio vestida — ¡Deja todo lo que estés haciendo y mueve el culo hasta aquí ya! — salí de mi habitación a toda prisa solo con el sujetador y una falda.

— ¿Qué pasa? — Pregunté en cuanto llegué y vi que estaba pegada a la mirilla, poco más y se fusionaba con la puerta de tan pegada que estaba — ¡Joder, Nely! Casi me da un puto infarto.

— Tienes que ver al puto nuevo vecino, ¡está buenísimo!

— ¡Gracias! — se escuchó desde afuera. Nely se puso como un tomate al momento.

— Primero: si gritas como una loca desde la puerta, se escucha fuera. Segundo: no me fio de tu definición de buenísimo — la última vez que intentó buscarme un 'novio decente' en Tinder no paraba de enseñarme a orcos.

— En serio, Sofi. Yo creo que este sería un novio más que decente para ti. Seguro que me caía bien.

— Anda, aparta y déjame ver — tenía novio, pero después de tanta insistencia por parte de Nely me había entrado la curiosidad por saber cómo era el chico. Además, que tuviera novio no quería decir que no tuviera ojos en la cara.

— Uf, si no estuviera pilladísima por Marta, me replantearía mi sexualidad después de haber visto a este tío. Te lo juro —me dijo mientras se apartaba.

En cuanto miré por la mirilla me quedé de piedra. No podía ser, después de tanto tiempo luchando por sacarlo de mi vida no podía ser que volviera a aparecer. Tenía que estar equivocada, mis ojos no podían estar viendo lo que estaban viendo. Aunque esa espalda, ese pelo y ese culo (sobre todo ese culo) no podían pertenecer a otra persona.

— David — dije en un susurro.

No me di cuenta de que había abierto la puerta y me había acercado al él hasta que se dio la vuelta y se me quedó mirando con una cara bastante rara.

— ¿Sofía?

Su mirada bajó de mi cara a mi cuello y al final a mi pecho, en ese momento me di cuenta de que no llevaba camiseta, que solo llevaba un sujetador, una falda y una toalla en la cabeza. Me puse roja como un tomate y salí corriendo hasta mi casa, en cuanto llegué cerré la puerta, creo que en sus narices y me fui directa a mi habitación. Nely intentó preguntarme quien era el nuevo vecino y de qué lo conocía pero yo estaba como en trance y no le contesté. Como vio que no iba a responder a ninguna de sus preguntas empezó a peinarme y maquillarme y hasta a vestirme con la camisa que tenía preparada para ponerme. En cuanto acabó se fue y me dejó sentada en la cama con la mirada perdida, no sin antes decirme que la estaba preocupando y como no viera que me iba con Dani iba a venir con refuerzos a sacarme del trance del que no salí hasta que no escuché el timbre de la puerta.

Salí disparada de la habitación para abrir la puerta y no me gustó nada la decepción que sentí cuando vi que era Dani el que me esperaba al otro lado de la puerta.

— Cariño, ¿Estás lista? La sesión empieza dentro de poco — me dijo en cuanto le abrí la puerta, después me dio un beso en los labios. Yo asentí y cuando estaba cerrando la puerta con llave se abrió la puerta de mi vecino.

— Sofia... — dijo David desde su puerta.

— ¡Hola, David! ¡Cuánto tiempo! — me acerqué a él y le di dos besos, mi corazón empezó a latir desbocado en cuanto la piel de mi mejilla tocó la suya — Te presento a mi novio, Dani — Cruzaron sus miradas y un "Ey" medio incómodo.

— Tengo que hablar contigo — me dijo David mientras me cogía del brazo y me miraba directamente a los ojos. Siempre me encantó que cuando me hablaba siempre se me quedaba mirando a los ojos como si yo fuera el centro del universo en ese momento.

— Ahora no puedo, me voy con Dani al cine... Lo siento — me solté rápido el brazo, cogí la mano de Dani y lo saque de aquel rellano prácticamente a rastras, no podía seguir ni medio minuto más allí.

— ¿Quién era ese? — me preguntó Dani en cuanto llegamos al coche. Por la manera en la que dijo 'ese' supe al momento que no le había caído nada bien.

— Nadie, no te preocupes — no me apetecía en ese momento contarle que era el amor platónico de toda mi vida.

— Vale... — dijo de mala gana mientras arrancó el coche.

Y así empezó la cita más desastrosa de la historia de las citas. Él estaba enfadado conmigo, se le notaba desde lejos, porque no le había dicho quién era David y mi mente iba a mil por hora intentando darle una explicación a por qué el destino se reía así de mí. También le estuve dando vueltas toda la noche a que iba a hacer a partir de ahora, ¿Pasaba de David? ¿Intentaba hablar con él y me hacía otra vez amiga suya? ¿Lo mandaba todo a la mierda y me iba a vivir a marte?

En cuanto llegamos otra vez a mi casa me dijo un adiós de mala gana y me dio un beso seco. Yo subí las escaleras a toda prisa, no quería coger el ascensor porque hacía muchísimo ruido y tenía miedo de que David me escuchara y saliera a hablar conmigo. Aunque mis esfuerzos fueron en vano, se ve que subiendo las escaleras soy como un elefante en una cacharrería porque en cuanto llegué a mi rellano la puerta maldita se abrió otra vez.

— ¿Vas a dejar de escapar de mí de una vez? — su mirada era entre enfadada y divertida.

— ¿Vas a salir de casa cada vez que me escuches en el rellano? — fue lo único que se me ocurrió contestar, nada original, pero mi cabeza seguía siendo un lío, no podía pensar nada mejor.

— Pues si sirve para que podamos hablar sí, hace mucho que no hablo con mi mejor amiga y te echo de menos — eso me ganó y deje de darle vueltas a todo, susurré un vale en bajito y entré en su casa.

En cuanto cerró la puerta se acercó a mí y me dio uno de sus abrazos de oso. Echaba tanto de menos esos abrazos que ni siquiera protesté, como hacía normalmente en broma. Cerré los ojos, apreté los brazos alrededor de su cuello y me dejé llevar. Al final me soltó y me dio un beso en la frete.

— Te he echado muchísimo de menos — me dijo otra vez mirándome a los ojos a su manera. 

Esos besos que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora