Capítulo 5

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Cuando estaba trabajando me llegó un mensaje de David.

Oye, Sofi. ¿Me preguntaste si podíamos quedar hoy? Se me olvidó decirte que hoy no puedo, tengo lío en el trabajo.

Vaya, parecía que me iba a quedar con la curiosidad de saber que pretendía hacer con Jess. Lo que me había quedado claro esta mañana era que Jess se había montado su propia película mental sobre las intenciones que tenía David con ella. De todas formas, ¿A mí me que me importaba lo que hacían esos dos? No era mi vida, y ya bastante tenía con aguantar Dani que estaba paranoico perdido con que entre David y yo había algo. Llamadme rencorosa si queréis, pero todavía estaba bastante cabreada con él por haber dudado de mí. ¿Es que acaso le había dado alguna razón para que no confiara en mí?

El resto de la semana fue un auténtico caos, yo había tenido un montón de trabajo, tanto que incluso había llevado alguno a casa después de quedarme a hacer horas extras en la oficina. A penas había visto a nadie durante esos días, excepto a mis compañeros de trabajo, solo me había comunicado con mis amigos por mensajes. Del que no sabía nada era de Dani, pero no pensaba ser la primera en hablarle. Quizás era un poco infantil actuar así con veinticinco años, pero mi orgullo pesaba más que mis ganas de hablar con él.

El sábado, cuando por fin pude descansar de todo el lío del trabajo lo primero que hice fue quedar con Marta y Nely para que me pusieran al día con los cotilleos. No tenían mucho que contar, solo que habían estado vigilando a David y que también había estado trabajando mucho. Nely había hablado con él un par de veces y ya estaba totalmente convencida que debía dejar a Dani de inmediato para empezar a salir con David, yo como de costumbre pasé de ella. Como había pasado todo el día con ellas y suponía que querían estar solas, volví a subir a mi casa y me tiré en el sofá a ver una película.

Cuando me estaba quedando dormida de lo aburrida que estaba siendo la película, sonó el timbre de casa. Suponía que era Dani que se había dignado a hablarme, así que estaba preparándome mentalmente para la bronca que le iba a echar.

— ¡Hombre, has dado señales de vida! — dije sarcásticamente cuando estaba abriendo la puerta

— ¡Hola a ti también, vecina! Se ve que no te alegras de verme — me contestó David

— ¡Oh! Lo siento... pensaba que eras Dani — puso una cara rara ante mi contestación, por lo que le aclaré —. Mi novio, Dani.

— Ya, ya... ¿Problemas en el paraíso? — me preguntó con una sonrisilla en la cara.

— ¿Te importa?

— Pues... ¡Claro! Me ofrezco voluntario a romperle las piernas si te hace daño — vale, con eso se había ganado que le dejara pasar a mi casa.

— Venga, pasa — le dije, entró en casa y se sentó al sofá mientras yo cerraba la puerta.

— ¿Qué estabas haciendo? — me preguntó cuando llegué al sofá, era tan pequeño que apenas cabíamos los dos, por eso cuando me senté me quedé pegada a él.

— Nada, estaba viendo una película pero era súper aburrida y me estaba quedando dormida.

— ¡Anda, por eso tienes esa cara de zombi! — me costó un poco, pero pude darle un golpecito en la pierna por ese comentario.

— Vuelve a poner esa película, fijo que estás exagerando.

Por no discutir, porque la verdad es que me daba una pereza horrible ponerme a discutir en ese momento volví a poner la película desde el principio y no le quedó más remedio que darme la razón. Por eso pusimos en silencio la televisión y empezamos a inventarnos nosotros los diálogos, deberían contratarnos de guionistas de películas. Seguro que eran muchísimo más graciosas gracias a nosotros.

Esos besos que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora