Capítulo 21

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Pasó casi un mes desde la última vez que supimos algo de nuestros amigos, poco a poco los mensajes indignados fueron yendo a menos hasta que al final empezaron a ignorarnos y dejar de contestar a los que nosotros enviábamos.

De la tristeza pasé al enfado bastante grande por cómo se estaban comportando con nosotros, como si hiciéramos las cosas a propósito para fastidiarlos, cuando lo único que habíamos hecho fue enamorarnos. También estaba un poco enfadada con David, porque si no fuera tan cobarde unos años atrás y se decidiera por mí en vez de salir con Jess para intentar olvidarme nada de esto habría ocurrido.

El hecho de que estuviera tan cabreada con el mundo hacía que estuviera casi todo el tiempo de mal humor y que acabara desahogándome con David, que al pobre le había tocado pagar las consecuencias de todo. Él tampoco estaba del mejor humor del mundo y aunque normalmente aguantaba con bastante paciencia todo lo que le decía y todas las discursionoes absurdas que intentaba tener con él siempre, a veces le agotaba la paciencia y acabábamos discutiendo. Pocas veces la cosa iba a más y al final siempre arreglábamos más o menos rápido, pero nos estaba afectando bastante la situación.

Si todavía estábamos más o menos bien era porque las vecinas estaban más pendientes de nosotros que nunca y nunca dejaban que las cosas fueran a más entre nosotros. Ellas estaban pendientes de que las discursiones no se nos fueran de las manos y acabáramos diciéndonos cosas dolorosas que realmente no pensábamos.

Lo único bueno que había pasado en todo ese tiempo era que por fin parecía que Dani se había cansado de que pasara de él y esa misma semana paró de intentar contactar conmigo.

Me sorprendió que un miércoles cualquiera me llegara un mensaje de Jessica con un seco

Sofía, tenemos que hablar.

Seco y directo, pero me dio una pequeña esperanza de que las cosas se pudieran arreglar. Quedé con ella para esa misma tarde y avisé a David de lo que había pasado. Tuve que convencerlo de que no era buena idea que viniera, lo último que quería era restregarle a Jessica por la cara que estaba saliendo con su ex, no me iba a ayudar a que las cosas mejoraran.

En cuanto llegué al sitio donde habíamos quedado, me recibió con una sonrisa falsa y me dijo que me sentara en frente suya.

— ¿Cómo estás? —preguntó educada.

— Bien, como siempre. ¿Tú que tal? —parecía que íbamos a tener una conversación traquilita, así que preferí ser educada también. Aunque no iba a bajar la guardia con ella.

— Pues... me sigue doliendo lo que me has hecho —contestó clavándome una mirada matadora — pero he estado pensado y tienes razón, yo no me porté mucho mejor hace unos años.

— Ya...

— Y por eso, he decidido que os perdono —me dijo mirándome seria— podéis volver al grupo.

— Después de como nos habéis tratado, no estoy segura de querer seguir quedando con vosotros. Además, esto no solo me lo tienes que decir a mí, también afecta a David — le dije levantándome de la silla —. Y tampoco es que necesite que me perdones, ya que no hice nada malo. Te recuerdo que he estado enamorada de David toda mi vida y tú lo sabes desde siempre.

Salí de allí sin mirar atrás dejando a Jessica con la boca abierta, no sabía de donde había sacado ese carácter, pero me gustaba muchísimo. No me arrepentía de ninguna palabra que le había dicho, tanto ella como todos los demás se habían portado fatal con nosotros y aunque los echaba de menos no iba a perdonarlos con tanta facilidad.

En cuanto llegué al edificio fui a casa de las vecinas ya que David también estaba allí esperando por mí. En cuanto llegué me recibió con un beso en los labios y uno de sus abrazos de oso que tanto me gustaban.

Esos besos que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora