Capítulo 33

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No me pude concentrar en nada durante todo el día, el jefe ya desistió de echarme la bronca cuando le entregué el tercer informe mal. Parecía que ya ni me quería ver delante, quizás fuera porque lo ponía nervioso a él de tan nerviosa que estaba yo. Me lo habían comentado todos mis compañeros de trabajo y era normal porque parecía que me iba a dar un infarto en cualquier momento, tampoco lograba estar mas de cinco segundos sentada en la silla frente al ordenado, así que acabé paseando de un lado al otro de la oficina durante las ocho horas de trabajo.

En cuanto estaba saliendo por una de las puertas de salida, por las que había estado deseando salir durante todo el día lo vi apoyado contra la pared que estaba al lado de la entrada al bloque de oficinas en la que trabajaba, él todavía no me había visto porque nos separaba una puerta y tenía uno de esos cristales por los que se ve de dentro para afuera pero no al revés. El corazón se me paró en ese mismo momento, creo que fue de la impresión de verlo tan guapo con la luz del sol dándole de espaldas y dejando una imagen preciosa.

Me acerqué tímidamente, no sabía por qué ahora me daba vergüenza estar con él, quizás fuera porque no sabía si estaba dispuesto a volver a intentarlo conmigo, tampoco sabía como iba a reaccionar cuando le contara lo que había descubierto de Dani y Jessica. Estaba tan nerviosa que tenía ganas de echarme a correr y no parar hasta que no pudiera dar un paso más. En vez de hacer lo que mis piernas me pedían a gritos, respiré hondo y me acerqué lentamente a donde estaba.

— Hola. — Dije tímidamente.

— Hola — contestó dubitativo —. ¿A dónde quieres ir?

— ¿Que te parece si vamos al parque ese que está cerca de aquí? ¿El de los bancos? — Dije recordando alguna de las tardes que habíamos pasado allí abrazándonos y besándonos en ese mismo parque.

Vi que él también pensaba en esos momentos cuando me contestó.

— Está bien.

Durante todo el trayecto, en el que fuimos andando porque quedaba muy cerca el parque y tardábamos más en coger un taxi para ir que yendo directamente a pie, ninguno de los dos habló. Yo iba pensando en como decirle todo lo que le quería decir, iba imaginándome en mi cabeza como sería la conversación, qué nos diríamos y me preparaba mentalmente por si el resultado no era bueno. Él trataba de mantener las distancias conmigo, cosa que me ponía todavía más nerviosa, casi no me había mirado y cuando se puso a andar a mi lado, sus manos fueron directamente a los bolsillos y su mirada al suelo.

En cuanto llegamos, nos sentamos en el primer banco vacío que vimos. Como estaba empezando a hacer calorcito, había padres y niños correteando por todos lados. En ese momento me di cuenta de que había elegido mal el sitio para hablar de eso, ya que los chillidos de los niños nos iban a distraer constantemente, pero no quise decirle nada para no romper el silencio, me había quedado muda ahora que habíamos llegado.

— Bueno, tu dirás — dijo impaciente.

— Emm... No sé como empezar...

— ¿Y si empiezas por el principio? — me reí de su comentario, siempre hacía el mismo y siempre me hacía reír, supongo que lo hizo por costumbre pero no se me escapó la sonrisilla que vi en su cara cuando me empecé a reír.

— A ver, primero quería decirte que lo siento. Siento haber sido tan estúpida de huir de ti una vez más. Tenías razón en lo que me dijiste el otro día, tenía miedo de mis sentimientos por ti, son demasiado fuertes y no los entiendo, por eso mi instinto me dice que corra lejos de ti sin mirar para atrás, porque si tú eres la persona que más daño me puede hacer en el mundo, por eso en cuanto me contaste lo de Jessica vi que tenía una escusa para huir lejos de ti y de todo lo que sentía por ti. Lo malo es que por mucho que huya, mis sentimientos siguen ahí y por mucho que corra, te voy a seguir queriendo. Por eso, siento haberme ido y te prometo que no lo volveré a hacer. También es cierto que me has hecho daño, no porque la hayas besado, que si que me dolió si no porque me lo estuviste ocultando y lo peor es que me hiciste sentir una tonta por desconfiar, de todas formas, creo que ambos ya sufrimos suficiente por ese tema y si tu quieres, y si me perdonas por ser una cobarde, podemos volver a intentarlo.

Esos besos que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora