Capítulo 27

164 8 4
                                    

Hacía exactamente un mes que mi vida se había derrumbado. David, el amor de mi vida desde que tengo memoria me había engañado con su ex y me lo había confesado después de haberlo presionado para que me lo contara. 

Al principio no reaccioné, me quedé ahí parada, mirándolo con cara de estupefacción mientras intentaba asimilar lo que acababa de decirme: «¿Quieres que te lo cuente? ¿Quieres que te cuente que una de tus mejores amigas me chantajeó con subir a internet un vídeo nuestro de cuando salíamos si no la volvía a besar? ¿Quieres que te cuente que intentó durante horas intentar convencerme por qué ella era mejor que tu y por qué debía volver con ella? ¿Quieres que te cuente que al final, casi me la tiro en el mismo sofá en el que tú estás sentada?» resonaba una y  otra vez en mi cabeza intentando buscarle alguna lógica a todo lo que me había dicho, a lo que eso significaba para nosotros y para nuestra relación. 

Después de soltarme la bomba, el muy cretino parecía hasta arrepentido, empezó a llorar y a suplicarme que dijera algo, pero yo seguía allí sentada, en ese mismo sitio donde tan solo unos días antes le había comido la boca a una de mis mejores amigas. En cuanto me di cuenta de eso, me levanté rápidamente, el hielo que se había extendido por todo mi cuerpo se fue derritiendo y en su lugar unas llamas de pura frustración, odio y mucho asco se fueron abriendo paso por todo mi interior.

— Por favor, Sofía... dí algo — me rogó con un hilo de voz intentando abrazarme.

 — ¡Ni se te ocurra tocarme! — Bramé enfadada —. En tu puta vida vuelvas a tocarme.

Por su cara diría que cada una de mis palabras se le clavaron como puñales, pero supongo que eso me lo quise imaginar. Igual que me quise imaginar que me quería, que siempre había sido yo, que no habíamos empezado lo nuestro mucho antes por el miedo estúpido que habíamos tenido los dos. Me di cuenta en ese momento de lo idiota que había sido creyéndolo, nunca me había querido, lo único que había querido de mi era a esa amiga estúpida que siempre estaba con él y ya que estaba, calentarle la cama de vez en cuando. Aprovecharse de esa estúpida que se había pasado toda su vida enamorada de él.

El odio empezó a extenderse por toda mi piel como si de veneno se tratase. No solo odio hacia ese chico que parecía destrozado ahora mismo en el salón de su casa rogando mi perdón, si no también por esa zorra que lo único que había querido de mí toda su puñetera vida era aprovecharse de toda mi bondad para sacarme hasta lo que más quería. 

— Sofía por favor... Por favor... Perdoname... Juro que nunca más lo voy a hacer, nunca más me acercaré a ella... Perdoname, amor, por favor. —Suplicó David de rodillas, intentando coger mis piernas para evitar que me marchara y lo dejara ahí tirado.

— Suéltame, David. —Dije intentando luchar contra las lágrimas que se estaban almacenando en mis ojos pero que no dejaría que salieran de ahí mientras estuviera delante de él—. Y no me llames amor, tu no sabes lo que es amar a nadie.

La mirada dolida que me lanzó casi hace que mis fuerzas flaquearan y me agachara a abrazarlo y consolarlo, menos mal que mi ser razonable hizo acto de presencia y me frenó en seco. ¿Por qué iba a consolarlo cuando todo mi mundo se estaba derrumbando a mi alrededor por su culpa? ¿Por qué iba a perdonarle que me pusiera los cuernos? Me negaba, me había traicionado, había traicionado toda la confianza que había depositado en él, había roto todo lo que teníamos. 

No tenía sentido seguir ahí, torturándome a mi misma mientras escuchaba al que ya era mi ex intentando convencerme de que lo perdonara. Suplicándome una y otra vez entre lágrimas que lo escuchara, como si eso pudiera cambiar algo, suplicándome que lo perdonara, como si eso fuera tan fácil, suplicándome una segunda oportunidad, como si eso fuera posible. Yo quería perdonarlo, quería borrarlo todo y empezar de nuevo, quería hacerme la tonta, como si eso no hubiera pasado y seguir con lo que teníamos, de verdad que lo quería. Pero mi amor propio y la certeza de que no iba a poder volver a confiar en él impidieron que diera el paso y que lo perdonara, lo quería muchísimo, estaba completamente enamorada de él, pero tendría que aprender a vivir sin David. Ahora que sabía lo que era ser su novia, no podría volver a ser su amiga ni cuando lo perdonara por hacerme tanto daño, no podía porque siempre iba a querer más y ese más nunca iba a poder volver a pasar. No solo porque no iba a poder confiar en él si no porque no sería sano para ninguno de los dos, me volvería loca cada dos por tres pensando que podría estar engañándome con otra, pensaría mal de él a cada momento y acabaríamos en una relación enfermiza y tóxica.

Esos besos que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora