Capítulo 23

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Cuando abrí el paquete me quedé sin palabras en cuanto mis ojos vieron el anillo que contenía dentro. Me quedé sin palabras y completamente acojonada, ¿estaba loco? No llevábamos ni un año saliendo, no podía venirse arriba de esa manera...

— Por lo pálida que te has puesto creo que has mal interpretado el regalo —dijo David riéndose y sacándome de mi shock— mira lo que tiene grabado.

Cogí el anillo con la mano temblorosa y miré lo que ponía en la parte de dentro.

Siempre has sido tú

En cuanto vi la inscripción una sonrisa se extendió por mi rostro y no pude contener las ganas de lanzarme a su regazo para darle las gracias a besos, sin duda tenía el mejor novio del mundo entero. Él al principio se hizo el duro no cediendo a mis besos porque decía que estaba muy ofendido por mi reacción cuando pensaba que el anillo era por otra cosa, pero pronto dejó de fingir que estaba enfadado para devolverme los besos.

Pasamos un poco más de tiempo en el restaurante disfrutando de nuestra compañía mutua, charlando de tonterías y dándonos algún que otro beso mientras hablábamos, sobre todo cuando alguno de los dos se ponía especialmente pesado con algún tema. Era la mejor forma de distraernos mutuamente y cambiar de tema.

Cuando salimos del restaurante cogimos otro taxi, yo pensaba que la noche ya se acabaría con la cena y que íbamos hacia alguna de nuestras casas para acabar de forma perfecta un cumpleaños prácticamente perfecto cuando le oí decir a David otra dirección al taxista, lo miré curiosa para que me dijera a donde íbamos pero él se limitó a sonreirme, sin decirme nada. Me esperaba otra sorpresa más.

El taxi se paró delante de la entrada a una famosa discoteca de la ciudad, a mi me daban bastante pereza estos sitios porque siempre estaban llenísimos de gente y no podías ni bailar, por eso no pude evitar quejarme un poquito cuando salimos del taxi y nos dirigimos a la entrada. Me quejé todavía más cuando vi que la entrada tenía una cola enorme y que tendría que esperar un montón de pie para entrar y con los taconazos que llevaba eso era equivalente a clavarme cuchillos en los pies. Además, no quería estar en una discoteca llena de gente tirándome copas encima sin dejar que me moviera y aún menos bailar, yo lo que quería era ir a una cama cualquier con mi novio y agradecerle de la mejor manera posible todas las sorpresas que me había preparado.

Vi que dudaba cuando le conté lo que me apetecía hacer en vez de entrar en la discoteca, pero entrelazó nuestros dedos y empezó a andar llevándome a mi atrás de mala gana. Al llegar a la puerta le dijo algo al portero con complejo de armario (en serio, el traje se lo debían de haber hecho a medida, porque no había ropa normal que cubriera tanto músculo) que yo no llegué a oír por culpa de la música ensordecedora que se escuchaba a través de la puerta, pobres vecinos, tenían que estar hasta las narices de la discoteca y todos los ruidos que tedrían que escuchar por la noche (oh dios, con veintiséis años y ya pensando como una abuela...)

No se como, nos dejaron entrar sin ningún problema y empezamos a atravesar la discoteca en medio de toda la gente que había dentro. Bien, por encima de venir aquí sin tener ninguna gana no le valía quedarse cerca de la puerta para poder irnos pronto, teníamos que ir lejos... Y yo tenía que empezar a controlar a yaya Sofi si no quería convertirme en una vieja mucho antes de tiempo.

Al final nos paramos delante de una puerta de cristal que daba a una sala con luces de colores y varios sofás que supongo que serían blancos porque cambiaban de color cuando lo hacían las luces, estaba completamente vacía y hasta que entramos no vi a la camarera que estaba en la barra de las bebidas sonriéndome. Me quedé en la entrada quieta y un poco descolocada hasta que de repente

—¡¡SORPRESA!!

De detrás de una cortina de la que yo ni me había fijado habían salido todos mis amigos, después del susto y del casi ataque al corazón que me dio al verlos salir sin previo aviso gritando como locos empecé a dar besos y abrazos a todo el mundo, ellos me felicitaban por ser un año más vieja, era bastante gracioso que me llamaran vieja ellos a mí cuando la gran mayoría tenían mi edad.

Esos besos que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora