Bajo la luz de los focos ♡ | larry stylinson & ziam mayne |

Capítulo 29: "No olvides a dónde perteneces" |Parte 3|

Maratón: 1/4.

Capítulo 29, parte 3.

LIAM POV.

Harry, Zayn y yo nos habíamos pasado la tarde viendo películas mientras comíamos patatas y algún que otro paquete de frutos secos.

Harry, encogido en el sofá, tenía la cabeza apoyada en mi hombro mientras lloraba por "Love Actually", su película favorita. Zayn masticaba las patatas ruidosamente y bostezaba de vez en cuando, y yo me limitaba a mirar la televisión y a mirar de reojo a Zayn.

La piel se me ponía de gallina solo de pensar lo cerca que habíamos estado la noche anterior, sobre todo cuando desperté, y con disimulo me percaté de que solo nos separaban unos centímetros. Zayn me miraba y su respiración era irregular.

Me llevé una patata a la boca, y la mastiqué intentando no distraer a Harry, que se había pasado gran parte de la película llorando, porque le encantaba que el primer ministro, es decir, Hugh Grant, se enamorase de una don nadie, una secretaria cualquiera. Le encantaba que los amores imposibles se hicieran realidad, como había sido el suyo con Louis. Y lo sabía porque me lo había dicho antes de empezar la película. Me había confesado que se sentía como la secretaria del primer ministro, siempre alrededor de Louis.

Pasaron unos minutos más antes de que la película acabase, Harry y yo llorando, y Zayn negando con la cabeza al mirarnos.

—Maricas—susurró, antes de darle un golpe a Harry en la pierna.

—¡Calla, Zayn! Es preciosa, y tenemos derecho a llorar—dijo Harry, con la voz algo chillona por las lágrimas.

—Harry, lloras como una nena.

—Cierra el pico, Zayn. Seguro que estás aguantándote tus ganas de llorar—dije riendo.

Él bufó y sonrió levemente cuando creía que ya no miraba.

Quedamos otro rato en silencio antes de que Harry se levantase y pusiese otra película más.

—¿Qué queréis ver?

—Harry...

—No, en serio, podemos ver una de miedo, de amor...

Entendía que Harry quisiera alejarse de la realidad, pero eso no era forma.

—Vamos Harry, ven.

Di varios golpes sobre el lugar donde había estado sentado, y me acomodé de lado, de manera que me quedé sentado sobre el reposa brazos del sofá.

Zayn imitó mi postura y ambos lo miramos.

 —¿Qué piensas hacer? Con Louis, por supuesto.

—¿Yo?—su voz sonó pequeña, leve, asustada—¿Por qué?

—Harry, adoro que estés aquí—hablaba Zayn—, me encanta pasar tiempo contigo, pero creo que mi casa no es donde perteneces.

—¡Estás echándome!—dijo enfadado, repentinamente.

—¡No, no!, es decir, no te estoy echando, simplemente pienso que tú y Louis deberíais arreglar las cosas. No podéis estar el uno sin el otro.

Esta vez intervine yo en la conversación.

 —Harry, no tienes que volver con él si no es lo que deseas. Si él te hace feliz, vuelve, pero si no estás seguro, no te precipites. Quizás tu felicidad sea permanecer siendo tú mismo, y no un títere.

—¡Harry nunca ha sido un títere de nadie!—interrumpió Zayn— ¡Louis lo adora! Sé que es difícil de aceptar esto, cuando has estado un poco más apartado, pero conozco a Louis lo suficiente, y sé que no puede vivir sin ti—ahora Zayn había desviado su vista furiosa de mí, para mirar a Harry con dulzura—. Louis te quiere, y haría cualquier cosa por ti. Y estoy seguro que va a hacerla.

Harry soltó un suspiro y nos miró a ambos.

—Chicos...me voy a la cama. Te-tengo que pensar mucho...

La voz de mi amigo se volvió casi un susurro al final, que quedó en el aire cuando se encerró en la habitación.

Zayn me miró fulminándome con la mirada.

—¡Quieres separarlos!

Lo miré sorprendido. ¿Separarlos?

—¿Cómo? ¡Estás loco!

—¿Estás tan enamorado de Harry que necesitas separarlos?

—¡Zayn! ¿Cómo puedes decir...? ¡Eres idiota!

Me levanté acercándome a él.

 —Solo quiero que Harry sea feliz, y no creo que su felicidad la encuentre con alguien que no ha luchado por él nunca desde que han vuelto a encontrarse.

—¿Y tú lucharías por él, no?

—¡Claro, joder! Si fuese yo, estaría arrastrándome. ¡Tú...tú...!

—¡¿Yo qué, joder?!

—¡Qué eres tan idiota que no ves nada!

Zayn soltó un bufido y me miró.

—¿Qué es lo que debo ver?—gritó mirándome, antes de levantar las manos, y alejarse, metiéndose en la habitación, completamente cabreado.

Solté un sollozo leve.

—Que yo lucho por ti.

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