Capítulo 16

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CAPÍTULO 16-  ANTES

Tal y como dijo Sebastián a las seis en punto estuvo frente a mi puerta, sin embargo mi alarma había fallado, o yo no la había escuchado, por lo cual aún dormía como angelito caído del cielo, soñando con pizzas y hamburguesas, nada raro.

De un segundo a otro y sin darme cuenta estaba tirada en el suelo, y él, con una sonrisa triunfante, exactamente, Sebastián me había tirado de la cama.

-Antes no era tan divertido- Dijo el mirándome refunfuñar mientras me levantaba, por primera vez haciendo una sonrisa dirija a mí.

-¿Antes?- Le pregunté confundida, mientras tomaba la ropa que me había dado en la noche para cambiarme.

-Nada, olvídalo, ya vístete- Respondió, volviendo a su normal seriedad y desprecio hacía mi-Incluso una tortuga es más rápida que tú- Aseguró él, haciendo referencia a mi lenta manera de calzarme.

-Pues que bien por ella- Contesté sarcásticamente.

Apenas nos alejamos unos metros de la casa, me hizo comenzar a correr, correr sin parar. Luego de lo que pareció una eternidad lo obligue a parar para descansar un rato.

-¿Te das cuenta que corrimos 1 kiloemtro?- Me preguntó mientras se detenía.

-Discúlpame por preocuparme más por las personas que quiero que por el ejercicio- Respondí

-Eres pésima- Contestó él.

Esto nos llevó a una discusión que parecía no tener fin en los próximos 20 años. Para ser sincera no entendía absolutamente nada del contexto en el que estaba viviendo, como es que de un segundo a otro tu vida puede dar un giro de 360°, en donde mi abuela aparece mágicamente diciendo que soy una princesa, la mafia comienza a perseguirme y termino en Italia con un tipo como Sebastián, supuestamente quien me protegerá, sin embargo parece que tiene más ganas de ahogarme en el fondo del rio más cercano que encuentre a salvarme la vida.

-¿Podrías hacer el favor de decirme que tanto te molesta mi presencia?- Le pregunté de una vez.

-Simplemente me desagrada tu rostro-

-Peor que el tuyo de mono seguro no es-

Hizo con su rostro, una mueca rara, una mezcla de sonrisa con odio.

Los días empezaron a pasar, lo de levantarme a las 6 de la mañana a "entrenar" con Sebastián ya se me había vuelto costumbre, más bien lo acompañaba a él a entrenar, sé había dado por vencido con respecto a mí y el ejercicio. Todos los días teníamos una pelea asegurada. Él se iba a la ciudad algunas tardes y volvía horas después, no por mi culpa, o eso espero, algunos días ni siquiera cenaba con nosotras.

Christina y yo cada vez nos acerábamos más, me había enterado gracias a ella que los padres de Sebastián estaban desaparecidos o que él al menos no tenía información sobre ellos, que desde hace ya 10 años solamente ella se encarga de él, y que cuando cumplió 16 años quiso empezar una vida más independiente, por lo cual, hace 1 año y medio que Sebastián y Christina no se veían.

Supuestamente iba a estar con ellos como máximo 3 semanas, pero resulta que hace un par de días mi abuela dio señales de vida, enviando una carta, suplicándole a Christina que me quede un tiempo más aquí, también mencionó que las cosas están mejorando pero que necesitan solucionar algunos problemas más antes de actuar, sé que todo esta resultando según sus planes, y que ellos están igual de seguros que yo, agentes secretos ya están protegiéndolos.

Hace ya 2 semanas que estoy con Christina y Sebastián en Italia, en un lugar desierto, lleno de naturaleza, cerca de Roma, quizás media hora de viaje o un poco más, no había salido de aquí en este tiempo, ni había visto otros rostros que no fueran el de ellos dos.

Por la noche, íbamos a ir a Roma a cenar, Christina quería que conociera un poco el lugar para que no me aburriera tanto, y Sebastián, de mala gana accedió a llevarnos, no porque ella quisiera ir, sino porque los planes me incluían y porque lo había tratado de demonio mal caído del cielo como 3 veces en el día.

Fuimos a un lugar donde el menú era impronunciable al igual que el nombre del restaurante, mis pocos conocimientos del italiano me hacían razonar que ni siquiera parecía estar en el idioma.

-¿Cómo se supone que se pronunciaría esta cosa rara, rarísima de acá?- Le pregunté al chico entrompado que tenía sentado al lado, Sebastián.

- GHIACCIO-

-¿Cómo? – Pregunté

- GHIACCIO- volvió a repetir.

-¿Giasio?-

-Natalia se pronuncia chiaccio- dijo golpeándose la cabeza dramáticamente. -¿No se supone que estudiaste italiano?-

-Fueron dos años y no lo recuerdo bien- Le respondí.

Pasamos por toda la ciudad, Christiana pidió un taxi para volver antes, y a la vez le suplico a Sebastián que siguiera el tour por Roma conmigo, obviamente el chico no estaba dispuesto a aguantarme 3 horas más allí sin ella, pero después de casi 20 minutos donde ella era el perrito indefenso, el accedió.

Ahora a lo que le temía era a estar en una ciudad desconocida con un chico del cual no conozco su nivel de odio hacia mí y que creo es capaz de hacer cualquier cosa para no tener que verme la cara.

-¿A dónde se supone que iremos? – Le pregunté sanándome en el asiento de adelante, el conduciría.

-Pues no tengo ni idea, simplemente conduciré y te llevaré a algún lugar de por ahí, quizás a un manicomio, donde deberías a estar, o tal vez te arroje en un río y que te llevé la corriente lejos de mí- Respondió sonriendo.

Eran pocas las veces que Sebastián me sonreía, y esta vez estábamos solos, por lo cual era fácil concluir que no había otro motivo por el cual sonriera, a menos que realmente si pensara hacer alguna de esas opciones y verse finalmente libre de mí.

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 Publicado 29 de julio 2017

La hija de un Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora