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001 》ERIK LEHNSHERR

Erik caminaba tranquilamente por un supermercado llevando consigo un carro cargado de comestibles.

Alguien debía comprar las cosas para la mansión y luego de estar horas discutiendo se resolvió que sea él quien fuera a hacer las compras ya que se la pasaba abandonándolos y nunca hacía nada.

En fin, iba por el pasillo de los cereales cuando de repente choca con una chica. Magneto, al no tener nada de paciencia y al ya estar enojado por el que quehacer que le había tocado realizar, se desquitó con la pobre chica.

-¡¿Por qué no te fijas por donde vas?! ¡¿Qué?! ¡¿Acaso no me ves?!- le gritó fuertemente a la chica haciendo que todas las miradas se posaran en ellos.

-Lo siento- se disculpó la chica cabizbaja -y por cierto, no, no lo veo- dijo levantando su bastón blanco con solo hacer un movimiento con su mano.

Erik se sintió la peor persona del mundo, ya se había ganado las miradas de odio de todo el que pasara cerca. No lo podía creer, le había gritado a una persona no vidente, se sentía la más grande escoria del todas.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó la ausencia de la chica.

Se fue hacia la caja y la vio saliendo por la puerta. Luego de haber pagado todo y de aguantarse las miradas de desprecio de todos hasta de la cajera, se marchó.

Al salir la vio caminando lentamente con la pequeña bolsa de compra. Luego de haber guardado todas sus compras en el auto, decidió acercarse a la chica y ofrecerse para llevarla hasta su casa.

Paró el auto junto a ella y carraspeo para aclarar su garganta.

-Hola...de nuevo- dijo y la chica paró en seco.

-Ya dije que lo sentía- habló.

-No vine a eso, quería disculparme- se bajó del vehículo -Tu, no me hiciste enojar, ya estaba así, y me desquité contigo, lo siento mucho.

Ella sonrió abiertamente y él, al ver sus dientes perfectos y los hoyuelos a cada lado de sus mejillas, le pareció derretirse. Le pareció la sonrisa más linda que había visto.

-No se preocupe señor...

-Erik, mi nombre es Erik Lensherr- se presentó.

-Erik, no se preocupe.

Se quedaron en un pequeño silencio, uno cómodo.

Él no dejaba de contemplar su sonrisa, y parecía que ésta se hacía más y más grande.

-Apuesto a que la suya también lo es- dijo la chica.

-¿Qué?- preguntó confundido

-Su sonrisa, debe ser muy hermosa- explicó

-¿Lees mi mente?- preguntó desconcertado.

Tenía frente a él a una mutante con el mismo poder que Charles. A las únicas personas que había conocido con ese poder eran Jean, Emma y su amigo.

-Lo siento, no debí hacerlo. Me tengo que ir- dijo rápidamente caminando hacia al frente.

-No, espera. Te llevo- ofreció.

-Todos saben que no pueden aceptar las propuestas de desconocidos.

-Pero yo no lo soy, soy como tú. Soy un mutante- ella paró en seco -Vamos, te llevo.

Ella accedió y le dijo la dirección de su casa.

En el camino hablaron de sus poderes, ella quedó impresionada al saber que él controlaba el metal. Y él aún más al saber de la telepatía y la telesquinésis de _____.

Pronto llegaron a la casa y quedaron de verse al otro día, él la iría a recoger por la tarde.

Erik llegó a la mansión con una gran sonrisa, más de uno lo miraba desconcertado o hasta con miedo. Nunca habían visto al hombre metálico de esa manera.

-Creo que te fue bien con las compras- dijo divertido Charles, apareciendo en sus silla de ruedas.

-No sabes amigo, conocí a una chica. Es como nosotros.

-¿Cuáles son sus poderes?-preguntó interesado el profesor.

-Telequinésis y telepatía.

-Impresionante, hay otra Jean por ahí.

-Sí, es increíble.

-¿Por qué no la buscamos para que se nos una?

-¡No!- dijo rápidamente -no la meteré en esto.

-¿Tanto te gustó?- preguntó sorprendido.

-Quizás- dijo y se marchó.

Como se habían prometido, los dos salían todas las tardes. Se hicieron grandes amigos, pero Erik había desarrollado otro sentimiento por _____.

Él era totalmente diferente cuando estaba con ella, era una persona cariñosa y protectora, ella hacía que fuera así.

Un día, al tercer mes de convivencia, recibieron una visita inesperada en su lugar de encuentro.

El profesor llegó y se puso a hablar con _____ mientras Erik compraba sus helados.

-Así que mutante, yo soy telépata y tengo una escuela donde ayudamos a jóvenes y niños a controlar sus mutaciones, ¿no quisieras ir allá? Podrías ayudarme a enseñarle a los pequeños a controlar sus poderes- ofreció amable, ella lo pensó bien y cuando iba a contestar llegó Erik.

-No, es peligroso- se adelantó.

Se sentó con lo helados y le dio una a _____ y el otro se lo arrebató Charles.

-Gracias amigo, aunque el de menta no me gusta mucho, prefiero el chocolate- le sonrió burlonamente.

-¿Se conocen?- preguntó la chica confundida ya degustando su helado.

-Si, es mi amigo- contestó el rubio -y volviendo al tema, ella no irá.

-Yo no dije eso- dijo la chica haciendo que las miradas fueran hacia ella -De echo, iba a contestar que si, ya no puedo vivir sola, soy ciega y a pesar de mi mutación, no puedo hacer todo yo, necesito ayuda.

-Con gusto te recibiremos en la mansión- le sonrió el profesor -¿Por qué no vamos de una vez para que te instales?

-Claro, pero debo ir a mi casa a buscar algunas cosas.

-Yo te llevo- se ofreció el hombre metálico.

Fueron hacia la casa de la chica y guardaron sus cosas, las llevaron al auto y emprendieron camino a la mansión.
Una vez allí los recibieron algunos estudiantes y profesores, entre ellos Charles y Hank.

-Bienvenida señorita, será un placer trabajar con usted- dijo cordialmente Bestia -Soy el profesor Hank McCoy.

-Gracias, _____ Aldrin, el placer será mio- sonrió.

A Erik ya le estaba dando celos esa escena y tanto Charles como _____, se habían dado cuenta.
Él ayudó a la chica a instalarse y se sorprendió al recibir un abrazo de parte de ella al finalizar.

-Tu también me gustas Erik- confesó al haber leído la mente del rubio.

-Deja de leer mi mente- dijo divertido -Te quiero- susurró

-Yo también- se separaron lentamente y él tomó a la chica de la barbilla para que quedaran frente a frente y la beso.

Fue un tierno y lento beso el cual fue ansiando desde hace mucho tiempo por parte de los dos.

Estaban muy felices y, mentalmente, Charles susurró un felicitaciones haciendo que los dos se separaran y rieran.

Ya era oficial, se querían y no estaban dispuestos a separarse nunca.